viernes, 22 de abril de 2011

¡Qué hermosa eres!




Bai PLS.

Estábamos en Sillustani. El camino había sido largo; la cabeza pesaba y daba vueltas porque cada kilómetro que avanzábamos estábamos a más altura del mar. El camino había sido hermoso. Si bien nubes grises cubrían el cielo azul, la carretera estaba rodeada de cultivos y flores amarillas que llenaban a todo ser alrededor de un sentimiento especial, casi misterioso. Todos nos preguntábamos cómo es que espectáculos visuales como estos podían existir y también cómo es que podían ser ignorados por multitudes. Estábamos en Sillustani, sus manos congeladas me rozaron cuando me alcanzó la botella de agua. Comenzamos el ascenso a una experiencia inefable. El oxígeno estaba cada vez menos presente lo que hacía que nuestros pasos sean más lentos y más agitados. Descansábamos en grupo. Aprovechábamos para admirar y capturar. Llegamos a la cima por fin. Todos nos sentíamos aliviados que lo peor ya había pasado. Ahora sólo nos teníamos que enfrentar con el viento helado. Algo de historia de la Chulpas por aquí y por allá. Roberto, el guía, nos encaminaba a la experiencia inefable. Nos pusimos en fila, uno tras otro; recordé mis épocas colegialas. Obligados a mirar únicamente nuestros pies, caminábamos juntos. No pueden mirar, sino no será lo mismo.- decía Roberto. Paso a paso nos acercábamos. Paren.- dijo el guía- ahora miren al frente. Es inefable describir lo que vi en esos instantes. Roberto nos explicó que Pachamama no era simplemente la Madre Tierra; que su verdadero significado rebasaba eso. Era una conexión entre ella y tú. Conexión, qué bonito. Entonces, sentí armonía. Sentí que lo hermoso tenía un significado digno. Sentí paz. Paz. Y luego le pregunté a la Pachamama: ¿Por qué nos hemos alejado de ti?

La foto es una pequeñísima porción del espectáculo que vimos.

Feliz día, Tierra. Sabía que tenía que contar esta experiencia y esta parece ser la fecha perfecta.

Por la lucha,

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