lunes, 27 de junio de 2011

Recordé

Hoy caminando bajo la lluvia recordé esta fotografía. Recordé lo mucho que me gusta rodearme de vida. Recordé lo mucho que me gusta aspirar pureza. Segura estoy que algún día será constante y espero que algún día sea eterno. Paz. Aún no la encuentro entre vidas de esta cuidad vocinglera pero nunca pierdo la esperanza.

domingo, 26 de junio de 2011

Inspiración limeña 24: Algún día


Someday we'll know
if love can move a mountain
Someday we'll know
why the sky is blue
Someday we'll know
why I wasn't meant for you

“Someday we’ll know” - The New Radicals


Volteé y pensé que era un horario. Martes, jueves, miércoles. Un momento. Era más un martes, martes, martes, jueves, jueves, jueves, miércoles, miércoles, miércoles. Era exactamente lo que yo hago cuando quiero aprender una nueva palabra en alemán, la repito y hago listas infinitas con ella.

Era una señora cerca de 50 años y estaba aprendiendo a escribir. Me sorprendió y me quedé mirándola por un rato. Qué admirable, susurré.

Busqué ‘perdida’ en el diccionario de alemán. Ich bin Verlust. Lo repetía una y otra vez con la idea de que algún día que esté en calles alemanas o austriacas pueda decirlo para que alguien acuda a mi grito. Luego de unos días me di cuenta que no era tanto por eso, sino porque ya estaba perdida. Era una jugada de mi inconsciente, ella me quería decir algo, quería hacerse presente. Estaba perdida.

Son aquellos momentos en que no sabes por qué estás haciendo las cosas y cuando la situación se pone difícil no tienes donde ir ni donde esconderte porque es como si estuvieras en una ciudad que no conoces, donde nadie te entiende y tu grito de ayuda sólo lo escucha el viento.

Son en esos momentos en que tienes que recurrir a ti mismo. Nadie más te puede ayudar verdaderamente. Te pueden guiar pero tú tienes que salir a flote. Y cuando te conectas contigo te das cuenta que ahí está la persona que siempre quisiste ser y que siempre eres ¿por qué la olvidamos a veces? Ahí están tus sueños, tus fuerzas, tu alma, tu espíritu, tus razones ¿por qué le damos la espalda algunas veces? Será que nos distraemos tanto durante los días que pasan que comenzamos a pensar en cosas que no deberíamos pensar o cosas sin importancia. Yo, sobretodo, debería aprender a filtrar pensamientos. Algunas veces es como si tan sólo un pensamiento se convirtiera en un monstruo mental, que me come y me mata. Pero cuando te conectas contigo sientes esa fuerza, esas buenas vibras que son más grandes que cualquier monstruo, que cualquier cuidad, que cualquier problema.

Sientes que la esperanza vuelve de nuevo. Sientes que has vuelto y que nunca dejaste de ser. Esas buenas ganas vuelven ¿por qué se van? ¿Tendrán voluntad propia?

Entonces mi paradero había llegado y era hora de bajarme. La señora, hasta la última vez que la vi, seguía escribiendo. Lunes, lunes, lunes, sábado, sábado, sábado, domingo, domingo, domingo. Escribía con letra corrida, buena caligrafía.

¿Qué hace que algunas personas se atrevan a aprender a “tan” avanzada edad?

Ya sabemos cuál sería la reacción de muchos ante tal situación: “Pero ¿para qué? Si ya estas vieja, ya no te falta mucho, mejor dedícate a otra cosa o sigue con lo que has estado haciendo”.

Esos mismos que responden son los difuntos que rondan por las calles.

Porque mi respuesta a ellos sería: ¿Para qué vives si no tienes esperanza?

Soy de la idea que tenemos toda la vida para hacer lo que queremos. No la niñez, No la juventud, no la adultez. Toda la vida, todo momento, todo segundo. ¿Por qué nos hemos creado tantos límites mentales? Lo que muchos no saben que es una vida sin límites y con posibilidades infinitas. Tenemos toda la vida para hacer lo que queremos, sólo hace falta voluntad y esperanza.

Tenemos que soñar, tenemos que vivir en esperanza. Suena “Disney”, lo sé. Algo que he aprendido estos días es que no es broma, no es algo inventado para hacer parecer que el mundo es todo bonito; sino que es esencial, es un elemento esencial de la receta de la vida. Tenemos que creer en nosotros, en lo que hacemos, en nuestros sueños, en nuestras posibilidades de lograrlo. Tenemos que estar completamente seguros que ese día llegará, ese “algún día” llegará. Sin eso ¿qué nos queda? Nada.

Necesitamos ese “sí se puede” cuando parezca que todo el universo conspira para que no te salgas con la tuya. Necesitamos esa luz, ese espíritu que nos llevarán al lugar soñado, donde podremos voltear, mirar el camino recorrido y susurrar: nada ni nadie pudo conmigo y con mi meta.

Porque esa señora, estoy segura, quiere superarse, quiere crecer y comenzar una vida nueva haciendo cosas nuevas. No sé cuáles serán sus sueños, pero sé que ellos son los que hacen que se atreva. Se estanca el que se quiere estancar, se supera el que se quiere superar. Todo está en nuestras manos.

Si bien no todo lo podemos controlar, podemos controlar algunas cosas esenciales. Nuestra tarea es identificarlos y concentrarnos en ellos. Comenzar por controlar nuestra actitud y nuestras ganas en lo que hacemos.

En esta vida, que cada vez que quieres comprenderla más te llegas a confundir aún más, no hay límites, sólo hay maneras de vivir y tú las eliges.

Por la búsqueda de la felicidad,

Adiós.

jueves, 23 de junio de 2011

Ay, asi es



La tierra puede ser alta o baja, ancha o estrecha, lejana o cercana, desnivelada o plana, propicia para la muerte o para la vida.

Sun Tzu

miércoles, 15 de junio de 2011

Goce

Entonces el tiempo pareció pasar más lento luego de escuchar su pregunta;

¿Por qué te interesa? ¿Por qué no eres como los demás que no les importa? Algo debió hacer pasado ¿no? –dijo Sebastián.

Quedó algo pensativa, algo en shock. No por la pregunta, sino por la respuesta. La saboreaba, estaba ahí, aún así algo hacía falta para ser completa. Algo. No sabía precisamente qué era.

No pasó nada –respondió Carmen- es sólo que me siento responsable; me siento muy responsable y no sé por qué, pero tampoco necesito saber por qué. Es una combinación de goce y compasión, de acción trillada y estrés exponencial; pero todo siempre recae al mismo punto: lograr un cambio bonito.

Es que no entiendo, ¿por qué lo haces, Carmen? –preguntó Sebastián por última vez.

Carmen sabía pero al mismo tiempo no sabía. No respondió. Una interrupción, cambio de tema, risas y sonrisas y un paradero dieron fin al tema del día.