lunes, 25 de abril de 2011

Tal vez

Sé que en algún lugar estás. Tal vez sea sólo cuestión de tiempo. Tiempo. Ya van dos años. Tal vez se sumen muchos más. ¿Cuántos serán? Eso sí me gustaría saber. Claro que cabe la posibilidad que no existas; pero no lo quiero imaginar, no lo quiero aceptar. No sé, a veces me gustaría recibir un abrazo no de amigos, no de familia; sino de ti. Rozar mi piel sobre tus manos. A veces te olvido. Por mucho tiempo quizá. Sé que parece que no te necesito, por ilusión mía o de la vida. Créeme, son más las veces que te hablo; son más las veces que te extraño. Se multiplican los que te tienen; ¿envidia? Claro que sí. Te siento distante, por no decir mucho. Nada dura pero ¿tú durarás? ¿Algún día será nuestro punto de partida? Quiero sentirte. Quiero mirarte. Quiero acariciarte. Quiero besarte. Tal vez no sea sólo cuestión de destino, sino de mi crecer. Tal vez necesite aprender algunas cosas más sobre la química. Tal vez ya me haya cansado de ver tantas películas y quiero vida real. Sí, es eso. Vivir fantasías… ¿Algún día?

Tal vez.


viernes, 22 de abril de 2011

¡Qué hermosa eres!




Bai PLS.

Estábamos en Sillustani. El camino había sido largo; la cabeza pesaba y daba vueltas porque cada kilómetro que avanzábamos estábamos a más altura del mar. El camino había sido hermoso. Si bien nubes grises cubrían el cielo azul, la carretera estaba rodeada de cultivos y flores amarillas que llenaban a todo ser alrededor de un sentimiento especial, casi misterioso. Todos nos preguntábamos cómo es que espectáculos visuales como estos podían existir y también cómo es que podían ser ignorados por multitudes. Estábamos en Sillustani, sus manos congeladas me rozaron cuando me alcanzó la botella de agua. Comenzamos el ascenso a una experiencia inefable. El oxígeno estaba cada vez menos presente lo que hacía que nuestros pasos sean más lentos y más agitados. Descansábamos en grupo. Aprovechábamos para admirar y capturar. Llegamos a la cima por fin. Todos nos sentíamos aliviados que lo peor ya había pasado. Ahora sólo nos teníamos que enfrentar con el viento helado. Algo de historia de la Chulpas por aquí y por allá. Roberto, el guía, nos encaminaba a la experiencia inefable. Nos pusimos en fila, uno tras otro; recordé mis épocas colegialas. Obligados a mirar únicamente nuestros pies, caminábamos juntos. No pueden mirar, sino no será lo mismo.- decía Roberto. Paso a paso nos acercábamos. Paren.- dijo el guía- ahora miren al frente. Es inefable describir lo que vi en esos instantes. Roberto nos explicó que Pachamama no era simplemente la Madre Tierra; que su verdadero significado rebasaba eso. Era una conexión entre ella y tú. Conexión, qué bonito. Entonces, sentí armonía. Sentí que lo hermoso tenía un significado digno. Sentí paz. Paz. Y luego le pregunté a la Pachamama: ¿Por qué nos hemos alejado de ti?

La foto es una pequeñísima porción del espectáculo que vimos.

Feliz día, Tierra. Sabía que tenía que contar esta experiencia y esta parece ser la fecha perfecta.

Por la lucha,

Trillada esclavitud



Photocredits: Jeffrey Michael Harp

¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido tiene estar corriendo detrás del tiempo si sabes que nunca lo alcanzarás? No entiendo. Últimamente no estoy entiendo nada. Pensé que me estaba acercando al deseado equilibrio pero parece que estoy más lejos que nunca.

Tal vez la mayor culpa la tenga este mundo. Esta sociedad. No paras tú ¿no? Sigues y sigues. Ni siquiera te detienes a pensar si lo que estás haciendo está bien, ni siquiera por un maldito segundo. No descansas. Nos saturas. Me saturas.

Que cada segundo cuenta…

Que no crecemos si perdemos el tiempo…

Blah. Blah y más blah.

Esto no puede estar bien ¿o sí? Esto no puede ser una buena vida, no puede.

¿Qué pasa si no quiero vivir como tú vives? Me siento una esclava. Una esclava de tu dictadura. ¿Dónde quedó la libertad? ¿La habré tenido sostenida en mis manos alguna vez? ¿La habré conocido alguna vez? La pared parece tan mortal como la espada ¿Dónde quedó la libertad? Nunca me había sentido así, tan consciente de su dictadura disfrazada de libertad. El futuro me tiene presa. No tengo el pasado. No tengo el presente; pero sí tengo el futuro que aún no viene, que aún no existe. No tengo nada.

No es la primera entrada en donde hablo sobre la huída constante del tiempo y de lo cuánto me angustia esto. Parece que nunca me acostumbraré, que nunca lo aceptaré. Es que simplemente no puedo. No puedo vivir así. Caramba, ni siquiera puedo disfrutar del placer de la comida en las mañanas, ni en las tardes. Esto no puede estar bien.

Para las personas controladoras como yo, su deseo más grande creo que llegaría ser controlar el tiempo. He soñado miles de veces tener un reloj de esos que congelan el paso de los segundos. Caminar por los jirones y ver lo estático que está todo. Saber que puedes hacerlo cuando quieras. ¿No sería perfecto? Me parece algo totalmente imposible de hacer pero dicen que nada es imposible. ¿Algún día lo llegarán a hacer? ¿Algún día podremos ser amigos del tiempo? Tal vez no sea física para ese entonces.

¿Y tú? Sigues y sigues. Nos agotas y nos desesperas. ¿En qué momento te convertiste en esto? Sé que tuvimos mucho que ver, pero también sé que podríamos terminar con este círculo vicioso que se alimenta de nuestras fuerzas cada día. ¿Qué tal si paramos? ¿Por favor? Necesito un respiro. Esto no se trata de los estudios, de las tareas y de los exámenes. Para nada. Esto se trata de la vida. ¿Ésta es la vida que queremos? ¿Por aquí, por allá pero en ningún lado realmente? Estamos tan preocupados por llenar ese futuro ficticio que no disfrutamos lo físico del hoy.

Me siento presionada por terminar esto; tengo clases. Carajo, ni siquiera tengo tiempo para escribir y liberar algunas palabras en este mundo. De algo estoy segura, esto no es lo que quiero. Quiero la melodía silenciosa junto a mí. Que me acompañe a cada rincón. Que me respire. Que me desnude. Que me sienta. Que me viva. Quiero sentirme vivir.

Encontré una pulsera roja en mi closet; esas de plástico que se pusieron de moda o están de moda, no lo sé. Nunca me fijé que llevaba la frase ViveIntenso gravada. La comencé a usar desde que la encontré pero hoy me di cuenta que no lo hago para nada, que no lo hacemos para nada. Es pura finta. O tal vez sea que nos la tomamos muy en serio, en el sentido que nuestra vida es intensa pero de deberes y preocupaciones de tal manera que pensamos que vivimos.

Pensamos.

No creo que esa vida forme alguna mínima parte del significado de la frase. ¿Será eso? ¿Será que nos hemos confundido en todo y hemos construido algo que tenemos terror de derrumbar?

¿Qué pasó con dar tiempo al tiempo? Comemos una tortilla, de repente volteamos y decimos qué es esto, cuándo pasó aquello. No sabemos si somos o fuimos. No sabemos si somos o seremos. Nos ahogamos en nuestras ganas de ganarle al tiempo, nos ahogamos y lo más triste es que no nos damos cuenta.

Trabajo. Trabajo. Trabajo. Trabajo. Trabajo. Es en lo único que pienso. Trabajo. Trillada esclavitud.

¿Quién dice que la esclavitud ya se abolió? Yo digo que está más presente que nunca, sólo que ahora tiene una máscara bonita y es amable. No seamos tontos. Cuando alguien se conforma con esta esclavitud del trabajo infinito, no sólo se condena él mismo sino también la condena de las posteriores generaciones. Y ahora vuelvo a preguntar ¿ésta es la vida que queremos?

¿Por qué carajo dejamos que nos tratan como marionetas? Tenemos poder pero creo que aún no lo sabemos.

Yo sólo quiero la melodía silenciosa junto a mí.

Por intentar un mundo mejor,

Adiós.

lunes, 11 de abril de 2011

No endo, no quiero



Iquitos. By mi.

Todos parecen ignorarlo

¿Cómo?

Se desmorona, se espina

Ellos ganan, nosotros perdemos

No entiendo

No quiero entender

¿Será nuestro destino?

Desgracia de por vida

¿Será?

¿Es?

No entiendo

No quiero entender

La angustia me ahoga

La tristeza me domina

La impotencia me mata

En este espacio

La más loca locura se desvía

Carcome pedazos medio tontos

Futuro lleno de escombros.


No escondo mi profundo, profundo odio y mis más sinceros deseos de desgracia a Ollanta Humala y Keiko Fujimori. No lo escondo, para nada. A la mierda con eso de no desear el mal, a la mierda. Yo confié y Esperanza se fue. Y si quieren guerra, guerra tendrán.

sábado, 9 de abril de 2011

Inspiración limeña 22: Algo en shock


Lima: una vista diferente, una sensación diferente.

El mundo es grande. A veces lo olvidamos ¿no? Alguien viaja a Tacna y lo llamas como si nada. Escuchas su voz y parece que estuviera en su trabajo en Jesús María. Y lo olvidamos. Olvidamos que entre él y tú hay miles de kilómetros, miles de realidades, miles de acontecimientos, miles de conversaciones, miles de desastres. Lo olvidamos y pensamos que todo es como lo que vivimos.

Cuando regresé de viaje y tuve que enfrentar la realidad limeña un lunes a las 6 y 55 quedé algo en shock. Estoy segura que si hubiera sido más de cinco simples días lejos de esta mugre, hubiera sido peor. O tal vez lo que lo hizo tan lamentable fue la rapidez con la que tuve que asimilar la crisis. Sólo me bastó recorrer el camino casa-universidad sobre cuatro ruedas en un espacio con pequeños espacios de aire donde el capitán era el chofer y su fiel compañero el cobrador para recordar la totalidad.

Recordar que huye el tiempo, que la pista es el ring de la cuidad y que el policía es un fantasma, que no hay esperanza, que no hay paz, que no hay armonía, que no hay compasión, que no hay sonrisas, que no hay saludos, que sólo hay resignación, que existe las constante competencia y que sólo el más vivo gana.

Resignación.

Uno se acostumbra, uno se adapta o ¿se resigna?

¿Qué hice yo? ¿Me acostumbré al desastre? ¿Me resigné al desastre? ¿Cuál es peor?

Acostumbrar. Me acostumbré. Nos acostumbramos al desastre. Es algo implícito de nuestra naturaleza. No podemos hacer nada contra ello. Es fácil decir que no te resignarás cuando no estás acostumbrado porque cuando lo estás es como si lo estuvieras. ¿O será una pausa? No lo sé.

Lo único que sé es que cuando tuve que asimilar la espantosa realidad en algunos fugaces segundos/minutos, no sé que fueron, me di cuenta que mientras más acostumbrados estemos, más hundidos estamos y menos son nuestras posibilidades de respirar. Estamos empapados, empapados de caos y el vicio, la manía nos seca. Cómodos, así estamos.

Inevitablemente, algunos no diferencian entre la costumbre y la resignación. La resignación tal vez sea una dosis muy suave que no la sientas cada vez que ingresa a tus circuitos cuando el hábito está presente, tal vez sea ese el problema. Y cuando te das cuenta, es tarde y están sumergido, tan sumergido que el camino de ascenso es casi imposible disminuyendo las posibilidades exponencialmente de sobrevivir.

No sé precisamente qué es lo que quiero expresar. Tal vez sólo esté hablando tonterías pero tenía que hacerlo. No puedo seguir sin esto porque tengo miedo, miedo de la resignación. La veo a cada segundo en cada momento en cada lugar y me aterra. ¿Será que nuestro destino es ser parte de esta epidemia del síndrome de la resignación? ¿Será?

Yo aún mantengo mi posición y digo un fuerte y firme no, que somos libres y podemos elegir. Eliges entre miel o mierda, eliges. No porque nos acostumbremos signifique que nos resignemos con el desastre caótico que vivimos día a día en nuestra Lima.

¿Fuerza? Claro que es necesaria. La resignación no avisa, sólo hace efecto.

Sea donde esté en un futuro, sé que siempre volveré aquí porque es mi tierra, mi espacio. Sólo espero que algún día llegue a esta Lima y me encuentre de nuevo con el shock, pero del bueno, del que impresiona, del que da esperanzas a cualquiera y que nos hace sonreír. ¿Llegará ese día? ¿Llegará a existir ese shock?

Por la miel,

Adiós.