jueves, 17 de noviembre de 2011

martes, 1 de noviembre de 2011

Inspiración limeña 27: Aquí estas


"Don't stop this train

Don't for a minute change the place you're in

Don't think I couldn't ever understand"

Stop this train - John Mayer


Ya casi se acaba este proyecto, solo tres entradas y chau. Hola a uno nuevo, eso me emociona.

Es bueno encontrarse con las teclas cuando uno se siente más profundo de lo normal y siente la necesidad infinita de intentar expresar ese algo que no deja tranquilo.

Ayer gané. Todo comenzó cuando mis pies no daban más y Mili me dijo que ya habían llamado al taxi y que llegaba en 20 minutos. Nunca más uso tacos. Basta con la presión social, no me gustan, los odio. Nunca usaré tacos para ir a trabajar. No voy a sufrir sólo para que mis piernas se vean más estilizadas de lo normal, ya no más. Nunca digas nunca, lo sé; pero ésta es una excepción porque ese nunca será nunca y punto. Entonces pasaron los 20 minutos y no llegaba. Llamamos y la señorita nos dijo que llegaba en 27 minutos. Qué mierda, quiero regresar a mi casa.

- Vamos a tomar otro afuera no más.

- Ya, no puedo más. Quiero estar en mi cama.

Caminamos a un metro por hora y cuando estábamos por salir del condominio, nos encontramos con las rejas cerradas. Maldita Lima. ¿Por qué nos alienamos así? Las calles deberían ser libres ¿Se dan cuenta que nos “protegemos” de los “no deseados”? Qué mierda.

Quéééé mierda. Maldita clase media. Maldita clase alta.

El vigilante nos dijo que cada dueño tenía la llave de esa reja. Con nuestros pies destrozados y nuestra alma ida tuvimos que regresar a la casa de nuestra queridísima amiga. No la tenía, puta madre. Quiero regresar a mi casa. Puta madre, puta madre, puta madre. Todo esto es un gasto de tiempo totalmente innecesario por el capricho de algunos limeños de alienarse solos, esas rejas no deberían existir ¿Cuándo será el día que nos comportaremos como país o, sin soñar tanto, como cuidad? Dónde está la libertad, grito por la calle.

- Ahora ¿qué hacemos?

- No tenemos otra, caminemos hasta el “Corregidor” por el camino largo.

- Pero no puedo más.

- No hay otra, vamos.

- Bueno, esto bien; esto lo recordaré siempre, qué infelices somos.

Entre risas de nuestra desgracia, encontramos a un taxi.

- ¿¿¿Cuánto???

- 25 soles

Cliché limeño: estar disconforme con el precio que ofrecen los taxistas después de las 12 de la noche.

- No hay forma, adiós (Tal vez a veces sea muy reactiva, pero así soy)

- Sí, el taxi seguro nos cobrará 20 soles

- Sí, que no se pase de vivo. Que se pudra.

Estamos tan llenos de clichés limeños día a día, nos matan lentamente.

El taxi seguro llega. Está en la puerta de la casa de nuestra queridísima amiga. Puta madre, qué infelices. Caminamos todo por gusto.

Al final nos da en encuentro y gritamos POR FIN a todo pulmón. Vamos a casa, por fin.

Hacemos chanchita y me la dan a mi porque soy la última en bajar. Chau Mili. Chau Lili. Por aquí señor; sí, en esta entrada. La primera esquina, ahí está bien.

- ¿20 soles verdad?

- ¡NO! Son 50 soles.

- ¿¿¿Qué??? NO, nos dijeron 20 soles.

- ¿Cómo van a ser 20 soles, señorita? Desde La Molina con tres paradas.

- Nos dijeron 20 soles. No tengo 50 soles y no pienso pagar un centavo más.

Ese fue el comienzo de una discusión de 30 minutos. Incluyó muchas llamadas a la central y mucha llamadas a Lili. No pudo conmigo y mi terquedad de que no iba a soltar un centavo más. No voy a escribir toda la discusión porque es larga. Al final gané y no pagué un centavo más.

¿A qué va todo esto? No fue tanto no pagar los otros 30 soles. Son 30 monedas, nada para morir. Fue más por defender nuestros derechos. La central se había equivocado en decirnos el precio y ahora no lo quería reconocer. Ni daba soluciones, qué odiosos. No íbamos a pagar por ese error. No es justo. No van a pisotearnos. No somos títeres.

Ese furor, que no lo sentía hace tiempo, volvió. No para defender 30 soles sino porque querían aprovecharse de nosotros. No lo iba a permitir. Nunca. Y este es otro nunca necesario. Porque yo sí creo que a veces hay “nunca’s” que decir. Nunca es nunca pues. Para eso existe la palabra o ¿no?

Ese furor por justicia. Ese furor por defender lo que era correcto. Defender que nos habían dicho 20 soles y que ellos tenían que reconocer su error, para no descontarle al taxista. Sé que nunca lo reconocerán, pero no me sorprende. Son unas mierdas. Tengo que admitir que me hubiera gustado que reconocieran el error, para que el taxista no salga perjudicado.

Hoy me levanté con una sensación rara, sensación qué aún no puedo clasificar. Me siento apagada, como si esa discusión hubiera consumido todas mis energías. Es una sensación que también involucra el saber que se cometen tantas injusticias a cada segundo en nuestra ciudad querida. Ay Lima, estás tan llena de basura. Basura de personas.

Justo antes de dar mi examen de manejo, discutí con un bueno-para-nada por haberse colado justo en frente de nosotros. Recuerdo aquel furor que me hizo abrir la puerta con una determinación inigualable. Me puse al costado de su puerta y le grité su vida. ¿Qué se cree? ¿Qué puede hacer lo que quiera? ¿Acaso no es nada íntegro? ¿Qué nos puede pisotear como si no fuéramos nada? ¿Acaso su esposa va a manejar como usted? Por eso el Perú está así, por personas como usted.

Recuerdo todo. Fue algo como lo que pasó anoche. Me llene de furor por defender lo bueno.

En parte, me siento feliz de haberme encontrado con él otra vez. Ahora comprendo que no es que desaparezca o que se pierda con el paso del tiempo. Sino que se esconde. Está ahí, preparado para salir y manifestarse en los momentos correctos. Esa fuerza que me hace hablar tan firme y tan segura, sin la necesidad de insultar, sólo para convencer y hacer reflexionar a la gente.

Ese queridísimo furor. Tal vez nunca lo hubiera conocido sino viviera en un extraño lugar como Lima. Lugar lleno de prejuicios, injusticias y exclusión social. Un lugar donde la estructura social reina nuestros días soleados y grises. Y me pregunto ¿Algún día será diferente? No sé, depende de todos. Pero aquí está, conmigo. Me acompaña y lucharemos juntos hasta ver un cambio, pero uno de los buenos.

Sé que todos tenemos este furor, entonces ¿por qué no lo usamos para crear un mundo mejor? Tenemos que manifestarnos cuando algo no está por el buen camino. Usémoslo. Luchemos.

Luchemos con ganas y con pasión.

Por la pasión,

PLS.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Inspiración limeña 26: Me gustan los perdedores

I spend so much time above the earth,
thinking about life and each man's worth
How can one person be worth more
than a thousand people knocking on his door?

Above the earth - The Kooks

Esto será corto pero intenso.

Deberían estar estudiando Física II y Cálculo III pero cuando sólo tienes un día en la semana para decidir hacer lo que sea con este tal “debería”, se transforma en una existencia fantasma para mí.

Todo comenzó en tercero de secundaria. Cuando nuestro salón estaba ubicado en el tercer piso de aquel edificio nuevo del patio de secundaria y sufríamos todas las mañanas hasta llegar a él. Yo me sentaba en la tercera carpeta de la columna número dos y él se sentaba en la primera carpeta. Nunca lo había notado tanto como en ese momento, era tan flaco y tan alto; llevaba lentes y tenía cabello grueso puntiagudo, era extraordinario en oratoria y su voz gruesa a tan corta edad me atraía. Luego descubriría que la voz gruesa me atraería a todo hombre que la tuviera. Yo llevaba el cabello tan lacio como siempre sólo que en ese tiempo lo tenía sujetado todo el tiempo y cargaba mis lentes de bordes delgados morados. Tenía brackets y para completar mi look de nerd, mi falda se situaba exactamente a la mitad de mis rodillas. Todo comenzó mal pero hasta ahora pienso que era la única manera de comenzar nuestra relación sino no hubiera comenzado del todo. Le comencé a hablar en exceso, porque me gustaba, él lo sabía y yo no lo sabía. Le mandaba mails para que pudiéramos conversar porque en ambiente colegial no había tiempo. Nunca logré lo que quería. Nos volvimos mejores amigos y ahora él estudia Comunicaciones y cada vez que nos vemos nos abrazamos. Sigue flaco como siempre, ahora usa lentes de contacto como yo y tenemos un aire mucho más como siempre quisimos: genuino. Es fácil de distinguir, por lo menos para mí. Y es que desde ese momento en que me fijé en él comenzó una selección exclusiva de sólo algunos hombres para que pudieran ingresar a mi vida amorosa: los que la sociedad tildaría de perdedores, nerds, etc.

Es obvio que para mí son cercanos a dioses. Me encantan los que leen y los que les gustan ir al cine. Los que disfrutan de escuchar música como si estuvieran comiendo un chocolate del tamaño de un centímetro cuadrado. Y es obvio que aborrezco a los creídos, a los pedantes y a los sucios de alma. Me gustan los que gustan de cosas diferentes. Me gustan los inteligentes. Me gustan los que tienen presencia. Me gustan los que tienen esperanza. Me gustan los que están completamente vivos y seguirán vivos por más años que pasen. Me gustan los que disfrutan de las cosas simples. Me gustan los guerreros y tercos. Me gustan los apasionados. Me encantan los reales, por dentro y fuera. Me gustan los que bailan como locos y los que se empilan en una fiesta sin alcohol o alguna droga. Me encantan los sinceros. Me gustan los que me miran cuando hablo y estoy mirando a otro lado. Me encantan los que ven mi espíritu y no lo que va sobre mi piel. Y también es obvio que nunca encontraré a ninguno con todo esto y más, pero espero que haya alguien que se le acerque. Yo sí creo en el amor y en la pasión; sólo espero que él también.

Estos dos años y medio de autoexploración y total independencia, lo más cercano a amor que he estado es el típico cliché de “Sí, me gusta”; lo sé, pobrísimo en términos apasionados. Tal vez debería ser más aventada o pendeja. No, esa no soy yo. O tal vez lo debería ser. Estoy tan loca que en verdad lo estoy considerando. Cuando coqueteé con ese Bar Tender en Munich y me imaginé el número de mujeres con las que ha hecho lo mismo y me sentí común y ordinaria. Tal vez ese sentimiento comprueba que no he nacido para ser pendeja, por no decir perra.

Tal vez ya debería dejar de escribir tanta tontería. Pero sí, me gustan los “perdedores”. Porque aunque casi nadie lo comente, todos tenemos nuestro lado apasionado y filosófico, sólo que yo aprecio muchísimo más a los que lo reconocen y no los que lo ocultan con estúpidas prácticas humanas, terrenales. Hay que ser más celestiales. Lo seremos, juntos. Encuéntrame.


viernes, 2 de septiembre de 2011

Inspiración limeña 25: Cabellos cayeron

Los vegetales tienen raíces;

Los hombres y las mujeres tienen pies.

George Steiner


Hoy recordé lo mucho que me gusta lo que hago, lo mucho que me gusta recibir ningún centavo por mis horas de esfuerzo y lo mucho que me satisface salir de aquella oficina sabiendo que son nuestros primeros pasos hacia una vida de lucha, o por lo menos mis primeros pasos hacia una vida de lucha. Hoy recordé que nunca podrán apagar mi fuego, mi furor y que algún día moriré con él, aquel compañero que empujó en días grises, aquel gran compañero.

Sé que hace meses que mis dedos no pisan este teclado para escribir alguna tontería que explotó en los circuitos de mi mente para llegar a tener un sitio en este mundo; quién sabe qué personas estarán leyendo las palabras que dibuja esta loca.

¿La novedad? Me corté el cabello corto.

Más que un plan fue un impulso, y más que una razón había una necesidad.

Me dio ganas de cortarme el cabello y lo hice. Hace mucho tiempo que no respondía tan rápido a mis ganas, a mis caprichos. No lo pensé mucho y lo hice. Sabía que extrañaría mi cabello lacio largo y que echaría mucho de menos sentir su danza junto al viento, a aquel jaloneo como que quisieran soltarse y volar con el viento de por vida. Lo extraño.

Más que una razón había una necesidad. La necesidad de verme diferente porque ya no era la misma; ya no soy la misma, hace mucho que deje esa piel por esta nueva.

Nunca me imaginé, cuando niña era, de grande con un cabello tan corto. Tampoco es que esta loca idea de cortarme 30 centímetros de cabello nació porque sí, hace meses que estaba rondando por mi cabeza; no fue porque Sussan dijo que me quedaría bien o porque me comentaron que algunos caballeros encuentran más interesantes a las mujeres con cabello corto. No, para nada.

Entonces tenía esta extraña y hermosa necesidad de verme diferente para que combinara con esta piel fresca. Y me pregunté ¿Por qué no llevar el cabello corto? Años ya son que lo llevo con el mismo corte y el mismo largo, creo que es una excelente oportunidad para mandar a la mierda el “como siempre” y saludar al “qué nuevo”. Tal vez sea una estupidez que le tome tanta importancia a un corte de pelo pero creo que la vida es más emocionante cuando le pones significado a algunos actos insignificantes.

Y es que me fui de viaje. Sola. Cerca de diez mil kilómetros lejos de casa, lejos de mi familia y amigos, lejos de mis lugares favoritos, lejos de mi cama, lejos de aquel pequeño sitio del universo que es solo mío: mi cuarto. Pero también se alejaron aquellas cosas que me atormentan algunos días, cosas que llevan etiquetas diferentes pero que son esencialmente malas. Estoy completamente segura que si no hubiera estado en un lugar tan diferente y no me hubiera conectado conmigo mismo otra vez, nunca me hubiera atrevido y concretado este acto de locura. Lo sé porque cuando llegué tuve unos cuantos días de arrepentimiento. Y es que todas llevan el pelo largo, muy largo y yo iba en contra de todo eso. Me veía tan diferente a como había dejado mi hogar. Juro que en ningún segundo durante el despegue pensé que llegaría tan diferente.

Y es por eso que mi amor a viajar se incrementa cada vez que hago uno nuevo. Es tan renovador y sanador. Me sana. Me conecta y pienso en aquellas cosas que no piensas todos los días, esos días planeados hace meses con mil anotaciones en la agenda. Feos días realmente. A veces siento que vivo los días dos veces: cuando los pienso y cuando todo salió como lo había planeado.

Hablo huevadas, lo sé. Y soy una pava. Es que me di cuenta que tenemos que aceptar algunas cosas porque las cosas son como son: punto. Y si el mundo me quiere estereotipar, los reto. Soy una pava porque disfruto más ver una película en mi cuarto que estar en un bar respirando humo usado por otra boca. Soy una pava porque me gusta leer y estudiar y disfruto trabajar sin recibir un centavo. Pero también soy fotógrafa e ingeniera y me gusta el yoga y la natación. Me gusta ir a la playa y a la selva. Me gusta escalar montañas. Me gusta sentir profundamente. Me gusta viajar en los micros mugrosos de Lima. Me gusta tener sencillo en mi bolsillo y escuchar música en inglés. Me fascina tomar café y hablar con las personas cara a cara. Ver expresiones. Me gusta escuchar diferentes tonos de voz. Me encanta caminar con decisión y mirar al horizonte. Y me enorgullece realmente que no me gusten los Smartphones. Y como nuevo: Me encanta llevar el pelo corto.

No puedo mentir, también lo hice por una razón de rechazo a ciertas cosas que realmente intento excluir de mi vida. Siempre pensé que mi cabello largo lacio me hacía más bonita y es que no tiene nada que ver. El cabello ni nada te hace más bonito, lo bonito está en la piel. Pelo largo por aquí, pelo largo por allá; me harté de ver tanto cabello grande: me aburrí. Fue una manifestación, un culto al cambio. Fue, también, parte de mi historia de aceptar que nada dura para siempre y que es algo con lo que tenemos que vivir. Ni el chocolate durará para siempre ni la vida durará para siempre. Todo cambia y si tú no cambias, estás muerto.

Y es cierto, tenemos pies, a veces esos pies son tan peligrosos. Cuando te encuentras solo en un continente nuevo, tienes que cambiar de pies, o abrir la mente. Abrir la mente gente, es uno de los pasos para hallar la felicidad. De esto también estoy totalmente convencida.

Mientras canto en francés repitiendo lo que dice Zaz, a pesar que no tengo idea de lo que está hablando o de lo que estoy cantando, siento una enorme satisfacción por haber aprendido a no tenerle miedo al cambio. Mi corte fue una manifestación. No para ti, no para el mundo; para mí. Fue uno de esos grandes sucesos de una vida que hasta ahora va muy bien, quién sabe si en su tiempo logrará algo grandioso: yo, por mi parte, estoy segura que .

Por la lucha,

Adiós.

domingo, 21 de agosto de 2011

lunes, 27 de junio de 2011

Recordé

Hoy caminando bajo la lluvia recordé esta fotografía. Recordé lo mucho que me gusta rodearme de vida. Recordé lo mucho que me gusta aspirar pureza. Segura estoy que algún día será constante y espero que algún día sea eterno. Paz. Aún no la encuentro entre vidas de esta cuidad vocinglera pero nunca pierdo la esperanza.

domingo, 26 de junio de 2011

Inspiración limeña 24: Algún día


Someday we'll know
if love can move a mountain
Someday we'll know
why the sky is blue
Someday we'll know
why I wasn't meant for you

“Someday we’ll know” - The New Radicals


Volteé y pensé que era un horario. Martes, jueves, miércoles. Un momento. Era más un martes, martes, martes, jueves, jueves, jueves, miércoles, miércoles, miércoles. Era exactamente lo que yo hago cuando quiero aprender una nueva palabra en alemán, la repito y hago listas infinitas con ella.

Era una señora cerca de 50 años y estaba aprendiendo a escribir. Me sorprendió y me quedé mirándola por un rato. Qué admirable, susurré.

Busqué ‘perdida’ en el diccionario de alemán. Ich bin Verlust. Lo repetía una y otra vez con la idea de que algún día que esté en calles alemanas o austriacas pueda decirlo para que alguien acuda a mi grito. Luego de unos días me di cuenta que no era tanto por eso, sino porque ya estaba perdida. Era una jugada de mi inconsciente, ella me quería decir algo, quería hacerse presente. Estaba perdida.

Son aquellos momentos en que no sabes por qué estás haciendo las cosas y cuando la situación se pone difícil no tienes donde ir ni donde esconderte porque es como si estuvieras en una ciudad que no conoces, donde nadie te entiende y tu grito de ayuda sólo lo escucha el viento.

Son en esos momentos en que tienes que recurrir a ti mismo. Nadie más te puede ayudar verdaderamente. Te pueden guiar pero tú tienes que salir a flote. Y cuando te conectas contigo te das cuenta que ahí está la persona que siempre quisiste ser y que siempre eres ¿por qué la olvidamos a veces? Ahí están tus sueños, tus fuerzas, tu alma, tu espíritu, tus razones ¿por qué le damos la espalda algunas veces? Será que nos distraemos tanto durante los días que pasan que comenzamos a pensar en cosas que no deberíamos pensar o cosas sin importancia. Yo, sobretodo, debería aprender a filtrar pensamientos. Algunas veces es como si tan sólo un pensamiento se convirtiera en un monstruo mental, que me come y me mata. Pero cuando te conectas contigo sientes esa fuerza, esas buenas vibras que son más grandes que cualquier monstruo, que cualquier cuidad, que cualquier problema.

Sientes que la esperanza vuelve de nuevo. Sientes que has vuelto y que nunca dejaste de ser. Esas buenas ganas vuelven ¿por qué se van? ¿Tendrán voluntad propia?

Entonces mi paradero había llegado y era hora de bajarme. La señora, hasta la última vez que la vi, seguía escribiendo. Lunes, lunes, lunes, sábado, sábado, sábado, domingo, domingo, domingo. Escribía con letra corrida, buena caligrafía.

¿Qué hace que algunas personas se atrevan a aprender a “tan” avanzada edad?

Ya sabemos cuál sería la reacción de muchos ante tal situación: “Pero ¿para qué? Si ya estas vieja, ya no te falta mucho, mejor dedícate a otra cosa o sigue con lo que has estado haciendo”.

Esos mismos que responden son los difuntos que rondan por las calles.

Porque mi respuesta a ellos sería: ¿Para qué vives si no tienes esperanza?

Soy de la idea que tenemos toda la vida para hacer lo que queremos. No la niñez, No la juventud, no la adultez. Toda la vida, todo momento, todo segundo. ¿Por qué nos hemos creado tantos límites mentales? Lo que muchos no saben que es una vida sin límites y con posibilidades infinitas. Tenemos toda la vida para hacer lo que queremos, sólo hace falta voluntad y esperanza.

Tenemos que soñar, tenemos que vivir en esperanza. Suena “Disney”, lo sé. Algo que he aprendido estos días es que no es broma, no es algo inventado para hacer parecer que el mundo es todo bonito; sino que es esencial, es un elemento esencial de la receta de la vida. Tenemos que creer en nosotros, en lo que hacemos, en nuestros sueños, en nuestras posibilidades de lograrlo. Tenemos que estar completamente seguros que ese día llegará, ese “algún día” llegará. Sin eso ¿qué nos queda? Nada.

Necesitamos ese “sí se puede” cuando parezca que todo el universo conspira para que no te salgas con la tuya. Necesitamos esa luz, ese espíritu que nos llevarán al lugar soñado, donde podremos voltear, mirar el camino recorrido y susurrar: nada ni nadie pudo conmigo y con mi meta.

Porque esa señora, estoy segura, quiere superarse, quiere crecer y comenzar una vida nueva haciendo cosas nuevas. No sé cuáles serán sus sueños, pero sé que ellos son los que hacen que se atreva. Se estanca el que se quiere estancar, se supera el que se quiere superar. Todo está en nuestras manos.

Si bien no todo lo podemos controlar, podemos controlar algunas cosas esenciales. Nuestra tarea es identificarlos y concentrarnos en ellos. Comenzar por controlar nuestra actitud y nuestras ganas en lo que hacemos.

En esta vida, que cada vez que quieres comprenderla más te llegas a confundir aún más, no hay límites, sólo hay maneras de vivir y tú las eliges.

Por la búsqueda de la felicidad,

Adiós.

jueves, 23 de junio de 2011

Ay, asi es



La tierra puede ser alta o baja, ancha o estrecha, lejana o cercana, desnivelada o plana, propicia para la muerte o para la vida.

Sun Tzu

miércoles, 15 de junio de 2011

Goce

Entonces el tiempo pareció pasar más lento luego de escuchar su pregunta;

¿Por qué te interesa? ¿Por qué no eres como los demás que no les importa? Algo debió hacer pasado ¿no? –dijo Sebastián.

Quedó algo pensativa, algo en shock. No por la pregunta, sino por la respuesta. La saboreaba, estaba ahí, aún así algo hacía falta para ser completa. Algo. No sabía precisamente qué era.

No pasó nada –respondió Carmen- es sólo que me siento responsable; me siento muy responsable y no sé por qué, pero tampoco necesito saber por qué. Es una combinación de goce y compasión, de acción trillada y estrés exponencial; pero todo siempre recae al mismo punto: lograr un cambio bonito.

Es que no entiendo, ¿por qué lo haces, Carmen? –preguntó Sebastián por última vez.

Carmen sabía pero al mismo tiempo no sabía. No respondió. Una interrupción, cambio de tema, risas y sonrisas y un paradero dieron fin al tema del día.

domingo, 15 de mayo de 2011

Inspiración limeña 23: Fortune


“Escuchá –dijo, abstrayéndose y mirando al techo, mientras chupaba su cigarrillo.

Se oyó una música patética y tumultuosa.

Luego, bruscamente, quitó el disco.

-Bah –dijo-, ahora no la puedo oír. Siguió preparando el café.

-Cuando lo estrenaron, Brahms mismo tocaba el piano. ¿Sabés lo que pasó?

-No.

-Lo silbaron. ¿Te das cuenta lo que es la humanidad?

-Bueno, quizá…

-¡Cómo, quizá! –gritó Alejandra-, ¿acaso creés que la humanidad no es pura porquería?

-Pero este músico también es humanidad…

-Mirá, Martín –comentó mientras echaba el café en la taza-, ésos son los que sufren por el resto. Y el resto son nada más que hinchapelotas, hijos de puta o cretinos, ¿sabés?”. (*)


Era jueves y estaba camino regreso a casa en la Ese. Era tarde y mis ojos se sentían rendidos. Mis manos estaban repletas de hojas con integrales, derivadas y superficies cuadráticas aunque de vez en cuando miraba a la calle y murmuraba algunas palabritas en alemán; bonita la sensación que causaba. En una de esas veces de distracción, justa ya en Caminos del Inca, vi a un chofer de micro que además de manejar, traía su yapita: fumaba. Al principio dije qué rico que me vendría un cigarrito para relajar los músculos de la espalda pero qué fea sensación en los pulmones me dejaría. Luego pensé ¡un momento! eso no está bien; atrás de él hay un vidrio donde está pegado un sticker de prohibido fumar según la ley no sé cuantos. Y solté un suspiro, no de amor sino de los frustrados que tienes que liberar para no causar daño a nadie. Qué porquería es la humanidad dije, tal como Alejandra lo dijo.

¿Se imaginan tener un reloj permanente al frente de sus ojos y ver como cada segundo pasa y pasa y, aún mucho peor, ser completamente conscientes que nada dura, que todo fluye de manera continúa? Tal vez esa sea mi elemento favorito de la fotografía: congelar momentos, situaciones, expresiones, sentimientos; porque sabemos que en alguna parte del tiempo ese momento, esa situación, esa expresión y ese sentimiento se esfumará o cambiará en otro para ser no necesariamente mejor al anterior.

No sé porqué mencioné lo anterior, tal vez sólo tenía que soltarlo para que encuentre un lugar en el mundo o tal vez tenga mucha relación con lo que pretendo escribir en esta ordinaria ocasión. No lo sé.

Es que no encuentro sentido alguno en lo que hemos construido los seres humanos en este mundo. Nos hemos llenado de motivadores exteriores que en lugar de llenarnos la vida, nos la aspiran. Dinero y más dinero. Cartones y galardones. Notas y más notas. Cosas y más cosas. No existen ya los abrazos ni los aplausos.

¿Dónde está la pasión? ¿Es que ya no es pensada? ¿El corazón? ¿Por qué ya nadie habla del amor? El único amor a la camiseta que conocemos es el literal. Amor a esos patitas que corren detrás de una pelotita, qué porquería es la humanidad.

En lugar de un ¿te gusta? hay un ¿te conviene?

¿Por qué hay robo? Por dinero. ¿Por qué hay envidia? Por dinero. ¿Por qué hay humillación? Por dinero. Y no sólo es el dinero, hay muchos otros factores que convierten esta sociedad en una jungla de cemento. Y esto pasa cuando no sabemos por qué hacemos lo que hacemos. Sólo lo hacemos para sobrevivir, porque para nada cuadra la palabra vivir. Trabajamos en lo que sea para ganar unos centavitos y seguir sobreviviendo es esta esfera que no entendemos del todo. Estudiamos una carrera que no nos gusta pero que nos conviene para asegurarnos unos cuantos billetes al mes.

La lucha ya no existe en el vocabulario de la gente porque para ser guerreros necesitamos un estimulante mucho más grande que cartones y dinero; esos dos idiotas no saben lo insignificantes que son; sin embargo, tal vez nosotros seamos más idiotas por no saberlo tampoco.

Hace falta pasión señores, y pasión gritada, o pensada a los gritos, o escrita a los gritos.

¿Por qué ser como quieren que seamos? ¿En verdad queremos ser como los demás quieren que seamos? ¿Dónde quedó la dignidad? ¿Por qué pensar que nuestros sueños son imposibles? Nos vamos por lo seguro y eso significa dos cosas; una renuncia legal de la felicidad y una cantante bienvenida a la tristeza. Eso explicaría el aburrimiento que sufre nuestra sociedad. Ahora se hace difícil encontrar personas con toda una buena historia que contar después de sus 10 décadas vividas. ¿Dónde quedó la confianza en nosotros? Cuando oímos fortuna la relacionamos directamente con papelito verde con olor singular.

¿Qué tal si cambiamos eso?

Que fortuna signifique un desafío vivido, un sueño logrado o una experiencia inigualable; dejando así un significado tangible para transformarse en tiempo consciente, gotas de sudor y una excesiva cantidad de placer.

¿Qué tal?

Hacer las cosas por una lucha. Hacer las cosas por una revolución de amor. Hacer las cosas por simple convicción y defensa de ideales, generando unión y fuerza. Eso es lo que nos falta o, tal vez sea mejor decir, lo que hemos perdido. Nunca es tarde para recuperar aquello que se quedó en el camino. Es triste ver a mis contemporáneos y ver tan sólo deseos materialistas. No digo que sea malo desear un carro, una casa, un buen sueldo; lo que es malo es que sea lo único que desees.

Ya es hora, es hora de preguntarnos: ¿qué es lo que verdaderamente importa en esta cortísima vida?


“Y Alejandra, mientras asentía con una sonrisa, le decía a Martín:

-El mundo es una porquería.

Martín reaccionó.

-¡No, Alejandra! ¡En el mundo hay muchas cosas lindas!

Ella lo miró, quizá pensando en su pobreza, en su madre, en su soledad: ¡todavía era capaz de encontrar maravillas en el mundo! Una sonrisa irónica se superpuso a su primera expresión de ternura, haciéndola contraer, como un ácido sobre un piel delicada.

-¿Cuáles?

-¡Muchas, Alejandra! –exclamó Martín apretando una mano de ella sobre su pecho-. Esa música… un hombre como Vania… y sobre todo vos, Alejandra… vos…

-Verdaderamente, tendré que pensar que no has sobrepasado la infancia, pedazo de tarado.

Se quedó un momento abstraída, tomó un poco de vodka y luego agregó:

-Sí, claro, claro que tenés razón. En el mundo hay cosas hermosas… claro que hay…

Y entonces, dándose vuelta hacia él, con acento amargo agregó:

-Pero yo, Martín, yo soy un basura. ¿Me entendés? No te engañés sobre mí.

Martín apretó una de las manos de Alejandra con las dos suyas, la llevó a sus labios y la mantuvo así, besándola con fervor.

-¡No, Alejandra! ¡Por qué decís algo tan cruel! ¡Yo sé que no es así! ¡Todo lo que has dicho de Vania y muchas otras cosas que te he oído demuestran que no es así!

Sus ojos se habían llenado de lágrimas”. (*)


Juguemos la vida,

Adiós.


(*)La princesa y el dragón de Ernesto Sábato

jueves, 5 de mayo de 2011

Al viento


Me gusta llevar la cabellera larga y que el viento alborote su tranquilidad para convertirlo en una danza de libertad. Es curioso. A veces se enredan por detrás. Tal vez piensen que no los veo. Tal vez piensen que pueden hacer lo que quieran. Siempre pierden al final. La danza se siente mucho mejor con un espectáculo como este. Escucho Revolution de The Beatles mientras el cielo celeste nos regala toda una gama de rosados pintadas en nubes desordenadas. Llegamos a Benavides y el cambio de dirección al Oeste nos encierra en cielos ya grises. La 126 está vacía. El avance lento por la acumulación de autos detiene la danza de libertad. Sólo nos queda esperar, sabemos que volverá. Esto es un simple tributo a lo insignificante.

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Qué da igual?

Ojalá todos fueran simples peones sin la maldita capacidad de quejarse, sin la maldita capacidad de defender sus derechos. Ojalá sea dictadora y lograra transformar este escenario en mi palacio, con mis decoraciones y detalles. Ojalá. Todos tienen sueños y excusas, todos valen porque son personas y a las personas se les respeta. Yo tengo sueños y excusas; yo valgo. Puedo defenderme firmemente ante mis delitos imperdonables. Tú también. Y tú. Y tú también. Pero la verdad es que lo que jode a nuestra sociedad somos nosotros. Ojalá fuera dictadora y tratar a todos como mis amigos peones. Porque cuando casi fui atropellada por un señor calvo, blanco, con camisa ajustada y corbata estampada en su cuatro-por-cuatro, con una mirada indiferente y animal, en el exacto momento en que la luz era roja y gritaba mi sobredosis de seguridad para cruzar al otro lado me llené de furia. Es que él también tiene sueños y se merece la vida. Él también tiene derecho a violar imperdonables pero todo es excusable al fin y al cabo. Y yo también tengo derecho. Y tú también tienes derecho. Entonces no se qué hacer, porque si él está bien y yo estoy bien y tú estás bien ¿Quién carajo tiene la razón? Todos, según las leyes que nos manejan, todos y nadie puede sufrir las consecuencias. Todos y nadie… ¿qué da igual? Resignación.


lunes, 25 de abril de 2011

Tal vez

Sé que en algún lugar estás. Tal vez sea sólo cuestión de tiempo. Tiempo. Ya van dos años. Tal vez se sumen muchos más. ¿Cuántos serán? Eso sí me gustaría saber. Claro que cabe la posibilidad que no existas; pero no lo quiero imaginar, no lo quiero aceptar. No sé, a veces me gustaría recibir un abrazo no de amigos, no de familia; sino de ti. Rozar mi piel sobre tus manos. A veces te olvido. Por mucho tiempo quizá. Sé que parece que no te necesito, por ilusión mía o de la vida. Créeme, son más las veces que te hablo; son más las veces que te extraño. Se multiplican los que te tienen; ¿envidia? Claro que sí. Te siento distante, por no decir mucho. Nada dura pero ¿tú durarás? ¿Algún día será nuestro punto de partida? Quiero sentirte. Quiero mirarte. Quiero acariciarte. Quiero besarte. Tal vez no sea sólo cuestión de destino, sino de mi crecer. Tal vez necesite aprender algunas cosas más sobre la química. Tal vez ya me haya cansado de ver tantas películas y quiero vida real. Sí, es eso. Vivir fantasías… ¿Algún día?

Tal vez.


viernes, 22 de abril de 2011

¡Qué hermosa eres!




Bai PLS.

Estábamos en Sillustani. El camino había sido largo; la cabeza pesaba y daba vueltas porque cada kilómetro que avanzábamos estábamos a más altura del mar. El camino había sido hermoso. Si bien nubes grises cubrían el cielo azul, la carretera estaba rodeada de cultivos y flores amarillas que llenaban a todo ser alrededor de un sentimiento especial, casi misterioso. Todos nos preguntábamos cómo es que espectáculos visuales como estos podían existir y también cómo es que podían ser ignorados por multitudes. Estábamos en Sillustani, sus manos congeladas me rozaron cuando me alcanzó la botella de agua. Comenzamos el ascenso a una experiencia inefable. El oxígeno estaba cada vez menos presente lo que hacía que nuestros pasos sean más lentos y más agitados. Descansábamos en grupo. Aprovechábamos para admirar y capturar. Llegamos a la cima por fin. Todos nos sentíamos aliviados que lo peor ya había pasado. Ahora sólo nos teníamos que enfrentar con el viento helado. Algo de historia de la Chulpas por aquí y por allá. Roberto, el guía, nos encaminaba a la experiencia inefable. Nos pusimos en fila, uno tras otro; recordé mis épocas colegialas. Obligados a mirar únicamente nuestros pies, caminábamos juntos. No pueden mirar, sino no será lo mismo.- decía Roberto. Paso a paso nos acercábamos. Paren.- dijo el guía- ahora miren al frente. Es inefable describir lo que vi en esos instantes. Roberto nos explicó que Pachamama no era simplemente la Madre Tierra; que su verdadero significado rebasaba eso. Era una conexión entre ella y tú. Conexión, qué bonito. Entonces, sentí armonía. Sentí que lo hermoso tenía un significado digno. Sentí paz. Paz. Y luego le pregunté a la Pachamama: ¿Por qué nos hemos alejado de ti?

La foto es una pequeñísima porción del espectáculo que vimos.

Feliz día, Tierra. Sabía que tenía que contar esta experiencia y esta parece ser la fecha perfecta.

Por la lucha,

Trillada esclavitud



Photocredits: Jeffrey Michael Harp

¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido tiene estar corriendo detrás del tiempo si sabes que nunca lo alcanzarás? No entiendo. Últimamente no estoy entiendo nada. Pensé que me estaba acercando al deseado equilibrio pero parece que estoy más lejos que nunca.

Tal vez la mayor culpa la tenga este mundo. Esta sociedad. No paras tú ¿no? Sigues y sigues. Ni siquiera te detienes a pensar si lo que estás haciendo está bien, ni siquiera por un maldito segundo. No descansas. Nos saturas. Me saturas.

Que cada segundo cuenta…

Que no crecemos si perdemos el tiempo…

Blah. Blah y más blah.

Esto no puede estar bien ¿o sí? Esto no puede ser una buena vida, no puede.

¿Qué pasa si no quiero vivir como tú vives? Me siento una esclava. Una esclava de tu dictadura. ¿Dónde quedó la libertad? ¿La habré tenido sostenida en mis manos alguna vez? ¿La habré conocido alguna vez? La pared parece tan mortal como la espada ¿Dónde quedó la libertad? Nunca me había sentido así, tan consciente de su dictadura disfrazada de libertad. El futuro me tiene presa. No tengo el pasado. No tengo el presente; pero sí tengo el futuro que aún no viene, que aún no existe. No tengo nada.

No es la primera entrada en donde hablo sobre la huída constante del tiempo y de lo cuánto me angustia esto. Parece que nunca me acostumbraré, que nunca lo aceptaré. Es que simplemente no puedo. No puedo vivir así. Caramba, ni siquiera puedo disfrutar del placer de la comida en las mañanas, ni en las tardes. Esto no puede estar bien.

Para las personas controladoras como yo, su deseo más grande creo que llegaría ser controlar el tiempo. He soñado miles de veces tener un reloj de esos que congelan el paso de los segundos. Caminar por los jirones y ver lo estático que está todo. Saber que puedes hacerlo cuando quieras. ¿No sería perfecto? Me parece algo totalmente imposible de hacer pero dicen que nada es imposible. ¿Algún día lo llegarán a hacer? ¿Algún día podremos ser amigos del tiempo? Tal vez no sea física para ese entonces.

¿Y tú? Sigues y sigues. Nos agotas y nos desesperas. ¿En qué momento te convertiste en esto? Sé que tuvimos mucho que ver, pero también sé que podríamos terminar con este círculo vicioso que se alimenta de nuestras fuerzas cada día. ¿Qué tal si paramos? ¿Por favor? Necesito un respiro. Esto no se trata de los estudios, de las tareas y de los exámenes. Para nada. Esto se trata de la vida. ¿Ésta es la vida que queremos? ¿Por aquí, por allá pero en ningún lado realmente? Estamos tan preocupados por llenar ese futuro ficticio que no disfrutamos lo físico del hoy.

Me siento presionada por terminar esto; tengo clases. Carajo, ni siquiera tengo tiempo para escribir y liberar algunas palabras en este mundo. De algo estoy segura, esto no es lo que quiero. Quiero la melodía silenciosa junto a mí. Que me acompañe a cada rincón. Que me respire. Que me desnude. Que me sienta. Que me viva. Quiero sentirme vivir.

Encontré una pulsera roja en mi closet; esas de plástico que se pusieron de moda o están de moda, no lo sé. Nunca me fijé que llevaba la frase ViveIntenso gravada. La comencé a usar desde que la encontré pero hoy me di cuenta que no lo hago para nada, que no lo hacemos para nada. Es pura finta. O tal vez sea que nos la tomamos muy en serio, en el sentido que nuestra vida es intensa pero de deberes y preocupaciones de tal manera que pensamos que vivimos.

Pensamos.

No creo que esa vida forme alguna mínima parte del significado de la frase. ¿Será eso? ¿Será que nos hemos confundido en todo y hemos construido algo que tenemos terror de derrumbar?

¿Qué pasó con dar tiempo al tiempo? Comemos una tortilla, de repente volteamos y decimos qué es esto, cuándo pasó aquello. No sabemos si somos o fuimos. No sabemos si somos o seremos. Nos ahogamos en nuestras ganas de ganarle al tiempo, nos ahogamos y lo más triste es que no nos damos cuenta.

Trabajo. Trabajo. Trabajo. Trabajo. Trabajo. Es en lo único que pienso. Trabajo. Trillada esclavitud.

¿Quién dice que la esclavitud ya se abolió? Yo digo que está más presente que nunca, sólo que ahora tiene una máscara bonita y es amable. No seamos tontos. Cuando alguien se conforma con esta esclavitud del trabajo infinito, no sólo se condena él mismo sino también la condena de las posteriores generaciones. Y ahora vuelvo a preguntar ¿ésta es la vida que queremos?

¿Por qué carajo dejamos que nos tratan como marionetas? Tenemos poder pero creo que aún no lo sabemos.

Yo sólo quiero la melodía silenciosa junto a mí.

Por intentar un mundo mejor,

Adiós.

lunes, 11 de abril de 2011

No endo, no quiero



Iquitos. By mi.

Todos parecen ignorarlo

¿Cómo?

Se desmorona, se espina

Ellos ganan, nosotros perdemos

No entiendo

No quiero entender

¿Será nuestro destino?

Desgracia de por vida

¿Será?

¿Es?

No entiendo

No quiero entender

La angustia me ahoga

La tristeza me domina

La impotencia me mata

En este espacio

La más loca locura se desvía

Carcome pedazos medio tontos

Futuro lleno de escombros.


No escondo mi profundo, profundo odio y mis más sinceros deseos de desgracia a Ollanta Humala y Keiko Fujimori. No lo escondo, para nada. A la mierda con eso de no desear el mal, a la mierda. Yo confié y Esperanza se fue. Y si quieren guerra, guerra tendrán.

sábado, 9 de abril de 2011

Inspiración limeña 22: Algo en shock


Lima: una vista diferente, una sensación diferente.

El mundo es grande. A veces lo olvidamos ¿no? Alguien viaja a Tacna y lo llamas como si nada. Escuchas su voz y parece que estuviera en su trabajo en Jesús María. Y lo olvidamos. Olvidamos que entre él y tú hay miles de kilómetros, miles de realidades, miles de acontecimientos, miles de conversaciones, miles de desastres. Lo olvidamos y pensamos que todo es como lo que vivimos.

Cuando regresé de viaje y tuve que enfrentar la realidad limeña un lunes a las 6 y 55 quedé algo en shock. Estoy segura que si hubiera sido más de cinco simples días lejos de esta mugre, hubiera sido peor. O tal vez lo que lo hizo tan lamentable fue la rapidez con la que tuve que asimilar la crisis. Sólo me bastó recorrer el camino casa-universidad sobre cuatro ruedas en un espacio con pequeños espacios de aire donde el capitán era el chofer y su fiel compañero el cobrador para recordar la totalidad.

Recordar que huye el tiempo, que la pista es el ring de la cuidad y que el policía es un fantasma, que no hay esperanza, que no hay paz, que no hay armonía, que no hay compasión, que no hay sonrisas, que no hay saludos, que sólo hay resignación, que existe las constante competencia y que sólo el más vivo gana.

Resignación.

Uno se acostumbra, uno se adapta o ¿se resigna?

¿Qué hice yo? ¿Me acostumbré al desastre? ¿Me resigné al desastre? ¿Cuál es peor?

Acostumbrar. Me acostumbré. Nos acostumbramos al desastre. Es algo implícito de nuestra naturaleza. No podemos hacer nada contra ello. Es fácil decir que no te resignarás cuando no estás acostumbrado porque cuando lo estás es como si lo estuvieras. ¿O será una pausa? No lo sé.

Lo único que sé es que cuando tuve que asimilar la espantosa realidad en algunos fugaces segundos/minutos, no sé que fueron, me di cuenta que mientras más acostumbrados estemos, más hundidos estamos y menos son nuestras posibilidades de respirar. Estamos empapados, empapados de caos y el vicio, la manía nos seca. Cómodos, así estamos.

Inevitablemente, algunos no diferencian entre la costumbre y la resignación. La resignación tal vez sea una dosis muy suave que no la sientas cada vez que ingresa a tus circuitos cuando el hábito está presente, tal vez sea ese el problema. Y cuando te das cuenta, es tarde y están sumergido, tan sumergido que el camino de ascenso es casi imposible disminuyendo las posibilidades exponencialmente de sobrevivir.

No sé precisamente qué es lo que quiero expresar. Tal vez sólo esté hablando tonterías pero tenía que hacerlo. No puedo seguir sin esto porque tengo miedo, miedo de la resignación. La veo a cada segundo en cada momento en cada lugar y me aterra. ¿Será que nuestro destino es ser parte de esta epidemia del síndrome de la resignación? ¿Será?

Yo aún mantengo mi posición y digo un fuerte y firme no, que somos libres y podemos elegir. Eliges entre miel o mierda, eliges. No porque nos acostumbremos signifique que nos resignemos con el desastre caótico que vivimos día a día en nuestra Lima.

¿Fuerza? Claro que es necesaria. La resignación no avisa, sólo hace efecto.

Sea donde esté en un futuro, sé que siempre volveré aquí porque es mi tierra, mi espacio. Sólo espero que algún día llegue a esta Lima y me encuentre de nuevo con el shock, pero del bueno, del que impresiona, del que da esperanzas a cualquiera y que nos hace sonreír. ¿Llegará ese día? ¿Llegará a existir ese shock?

Por la miel,

Adiós.

domingo, 27 de marzo de 2011

Inspiración limeña 21: A los peruanos




Hoy encontré entre papeles viejos y con olor ha guardado una hoja de papel con una carta de Flora Tristán dirigida a los peruanos. Era francesa de ascendencia hispano-peruana, pensadora, escritora y una de las grandes fundadoras del feminismo moderno.
Quiero que disfruten de la lectura y comprendan letra por letra. Irán descifrando su pasión en la palabra y su preocupación por el futuro peruano.
“Peruanos:
He creído que de mi relato podría resultar algún beneficio para vosotros. Por eso os lo dedico. Sin dudo os sorprenderá que una persona que emplea tan escasos epítetos laudatorios al hablar de vosotros haya pensado en ofreceros su obra. Hay pueblos que se asemejan a ciertos individuos: mientras menos avanzados están, más susceptible es su amor propio. Aquellos de vosotros que lean mi relación sentirán primera animosidad contra mí y sólo después de un esfuerzo de filosofía algunos me harán justicia. La falsa censura es cosa vana. Fundada, irrita y, por consiguiente, es una de las más grandes pruebas de amistad. He recibido entre vosotros una acogida tan benévola que sería necesario que yo fuese un monstruo de ingratitud para alimentar contra el Perú sentimientos hostiles. Nadie hay quien desee más sinceramente que yo vuestra prosperidad actual y vuestros progresos en el porvenir. Ese voto de mi corazón domina mi pensamiento, y al ver que andáis errados y que no pensáis, ante todo, en armonizar vuestras costumbres con la organización política que habéis adoptado, he tenido el valor de decirlo, con riesgo de ofender vuestro orgullo nacional.
He dicho, después de haberlo comprobado, que en el Perú la clase alta está profundamente corrompida y que su egoísmo la lleva, para satisfacer su afán de lucro, su amor al poder y sus otras pasiones, a las tentativas más antisociales. He dicho también que el embrutecimiento del pueblo es extremo en todas las razas que lo componen. Esas dos situaciones se han enfrentado siempre una a otra en todos los países. El embrutecimiento de un pueblo hace nacer la inmoralidad en las clases altas y esta inmoralidad se propaga y llega, con toda la potencia adquirida durante su carrera, a los últimos peldaños de la jerarquía social. Cuando la totalidad de los individuos sepa leer y escribir, cuando los periódicos penetren hasta la choza del indio, entonces, encontrando en el pueblo jueces, cuya censura habréis de temer y cuyos sufragios debéis buscar, adquiriréis las virtudes que os faltan. Entonces el clero, para conservar su influencia sobre ese pueblo, reconocerá que los medios que emplea en la actualidad no pueden ya servirle. Las procesiones burlescas y todos los oropeles del paganismo serán remplazados por prédicas instructivas, porque después de que la imprenta haya despertado la razón de las masas, será a esa nueva facultad a que habrá de dirigirse, si se quiere ser escuchado. Instruid, pues, al pueblo; es por allí donde debéis empezar para entrar a la vía de la prosperidad. Estableced escuelas hasta en las aldeas más humildes: esto es lo urgente en la actualidad. Emplead en ella vuestros recursos. Consagrad a esto los bienes de los conventos, pues no podríais darles destino más religioso. Tomad medidas para facilitar el aprendizaje. El hombre que tiene un oficio no es un proletario. A menos que le hieran calamidades públicas, no tiene ya independencia de carácter tan necesaria de que se desarrolle en un pueblo libre. El porvenir es de América. Los prejuicios no pueden adherirse a ella como en nuestra vieja Europa. Las poblaciones no son lo bastante homogéneas como para que este obstáculo retarde el progreso. Hasta que el trabajo cese de ser considerado como patrimonio del esclavo y de las clases ínfimas de la población, todos harán mérito de él algún día y la ociosidad, lejos de ser un título a la consideración, no será ya mirada sino como un delito de la escoria de la sociedad.
En toda América, el Perú era el país de civilización más avanzada a raíz de su descubrimiento por los españoles. Esta circunstancia hace presumir favorablemente acerca de las disposiciones ingénitas de sus habitantes y de los recursos que ofrece. ¡Que un gobierno progresista llame en su ayuda a las artes de Asia y de Europa y pueda hacer que los peruanos ocupen aquel rango entre las naciones del Nuevo Mundo! Éste es el deseo muy sincera que me anima.
Vuestra compatriota y amiga,
Flora Tristán
París, agosto de 1836"
¿1836? Pero si parece escrito el día de hoy. Describe exactamente la misma realidad de nuestro presente. No hay necesidad de agregar más, creo yo. Tal vez lo único que me queda decir es ¿hasta cuándo estará vigente esta carta? Eso está en nuestras manos. ¿No están artos de seguir estancados en la misma situación durante cerca dos centenarios? Yo sí. No es necesario que seamos políticos para cambiar nuestra realidad nacional, pero sí es necesario el amor a la patria y una visión de un progreso para todos. Estoy harta de ver como sufren los peruanos por la culpa de otros. Seamos rebeldes y si bien no podemos cambiar el pasado, podemos moldear un futuro mucho mejor. Dejemos de ser lo que los más poderosos quiere que seamos: simples marionetas.