jueves, 17 de noviembre de 2011

martes, 1 de noviembre de 2011

Inspiración limeña 27: Aquí estas


"Don't stop this train

Don't for a minute change the place you're in

Don't think I couldn't ever understand"

Stop this train - John Mayer


Ya casi se acaba este proyecto, solo tres entradas y chau. Hola a uno nuevo, eso me emociona.

Es bueno encontrarse con las teclas cuando uno se siente más profundo de lo normal y siente la necesidad infinita de intentar expresar ese algo que no deja tranquilo.

Ayer gané. Todo comenzó cuando mis pies no daban más y Mili me dijo que ya habían llamado al taxi y que llegaba en 20 minutos. Nunca más uso tacos. Basta con la presión social, no me gustan, los odio. Nunca usaré tacos para ir a trabajar. No voy a sufrir sólo para que mis piernas se vean más estilizadas de lo normal, ya no más. Nunca digas nunca, lo sé; pero ésta es una excepción porque ese nunca será nunca y punto. Entonces pasaron los 20 minutos y no llegaba. Llamamos y la señorita nos dijo que llegaba en 27 minutos. Qué mierda, quiero regresar a mi casa.

- Vamos a tomar otro afuera no más.

- Ya, no puedo más. Quiero estar en mi cama.

Caminamos a un metro por hora y cuando estábamos por salir del condominio, nos encontramos con las rejas cerradas. Maldita Lima. ¿Por qué nos alienamos así? Las calles deberían ser libres ¿Se dan cuenta que nos “protegemos” de los “no deseados”? Qué mierda.

Quéééé mierda. Maldita clase media. Maldita clase alta.

El vigilante nos dijo que cada dueño tenía la llave de esa reja. Con nuestros pies destrozados y nuestra alma ida tuvimos que regresar a la casa de nuestra queridísima amiga. No la tenía, puta madre. Quiero regresar a mi casa. Puta madre, puta madre, puta madre. Todo esto es un gasto de tiempo totalmente innecesario por el capricho de algunos limeños de alienarse solos, esas rejas no deberían existir ¿Cuándo será el día que nos comportaremos como país o, sin soñar tanto, como cuidad? Dónde está la libertad, grito por la calle.

- Ahora ¿qué hacemos?

- No tenemos otra, caminemos hasta el “Corregidor” por el camino largo.

- Pero no puedo más.

- No hay otra, vamos.

- Bueno, esto bien; esto lo recordaré siempre, qué infelices somos.

Entre risas de nuestra desgracia, encontramos a un taxi.

- ¿¿¿Cuánto???

- 25 soles

Cliché limeño: estar disconforme con el precio que ofrecen los taxistas después de las 12 de la noche.

- No hay forma, adiós (Tal vez a veces sea muy reactiva, pero así soy)

- Sí, el taxi seguro nos cobrará 20 soles

- Sí, que no se pase de vivo. Que se pudra.

Estamos tan llenos de clichés limeños día a día, nos matan lentamente.

El taxi seguro llega. Está en la puerta de la casa de nuestra queridísima amiga. Puta madre, qué infelices. Caminamos todo por gusto.

Al final nos da en encuentro y gritamos POR FIN a todo pulmón. Vamos a casa, por fin.

Hacemos chanchita y me la dan a mi porque soy la última en bajar. Chau Mili. Chau Lili. Por aquí señor; sí, en esta entrada. La primera esquina, ahí está bien.

- ¿20 soles verdad?

- ¡NO! Son 50 soles.

- ¿¿¿Qué??? NO, nos dijeron 20 soles.

- ¿Cómo van a ser 20 soles, señorita? Desde La Molina con tres paradas.

- Nos dijeron 20 soles. No tengo 50 soles y no pienso pagar un centavo más.

Ese fue el comienzo de una discusión de 30 minutos. Incluyó muchas llamadas a la central y mucha llamadas a Lili. No pudo conmigo y mi terquedad de que no iba a soltar un centavo más. No voy a escribir toda la discusión porque es larga. Al final gané y no pagué un centavo más.

¿A qué va todo esto? No fue tanto no pagar los otros 30 soles. Son 30 monedas, nada para morir. Fue más por defender nuestros derechos. La central se había equivocado en decirnos el precio y ahora no lo quería reconocer. Ni daba soluciones, qué odiosos. No íbamos a pagar por ese error. No es justo. No van a pisotearnos. No somos títeres.

Ese furor, que no lo sentía hace tiempo, volvió. No para defender 30 soles sino porque querían aprovecharse de nosotros. No lo iba a permitir. Nunca. Y este es otro nunca necesario. Porque yo sí creo que a veces hay “nunca’s” que decir. Nunca es nunca pues. Para eso existe la palabra o ¿no?

Ese furor por justicia. Ese furor por defender lo que era correcto. Defender que nos habían dicho 20 soles y que ellos tenían que reconocer su error, para no descontarle al taxista. Sé que nunca lo reconocerán, pero no me sorprende. Son unas mierdas. Tengo que admitir que me hubiera gustado que reconocieran el error, para que el taxista no salga perjudicado.

Hoy me levanté con una sensación rara, sensación qué aún no puedo clasificar. Me siento apagada, como si esa discusión hubiera consumido todas mis energías. Es una sensación que también involucra el saber que se cometen tantas injusticias a cada segundo en nuestra ciudad querida. Ay Lima, estás tan llena de basura. Basura de personas.

Justo antes de dar mi examen de manejo, discutí con un bueno-para-nada por haberse colado justo en frente de nosotros. Recuerdo aquel furor que me hizo abrir la puerta con una determinación inigualable. Me puse al costado de su puerta y le grité su vida. ¿Qué se cree? ¿Qué puede hacer lo que quiera? ¿Acaso no es nada íntegro? ¿Qué nos puede pisotear como si no fuéramos nada? ¿Acaso su esposa va a manejar como usted? Por eso el Perú está así, por personas como usted.

Recuerdo todo. Fue algo como lo que pasó anoche. Me llene de furor por defender lo bueno.

En parte, me siento feliz de haberme encontrado con él otra vez. Ahora comprendo que no es que desaparezca o que se pierda con el paso del tiempo. Sino que se esconde. Está ahí, preparado para salir y manifestarse en los momentos correctos. Esa fuerza que me hace hablar tan firme y tan segura, sin la necesidad de insultar, sólo para convencer y hacer reflexionar a la gente.

Ese queridísimo furor. Tal vez nunca lo hubiera conocido sino viviera en un extraño lugar como Lima. Lugar lleno de prejuicios, injusticias y exclusión social. Un lugar donde la estructura social reina nuestros días soleados y grises. Y me pregunto ¿Algún día será diferente? No sé, depende de todos. Pero aquí está, conmigo. Me acompaña y lucharemos juntos hasta ver un cambio, pero uno de los buenos.

Sé que todos tenemos este furor, entonces ¿por qué no lo usamos para crear un mundo mejor? Tenemos que manifestarnos cuando algo no está por el buen camino. Usémoslo. Luchemos.

Luchemos con ganas y con pasión.

Por la pasión,

PLS.