sábado, 9 de abril de 2011

Inspiración limeña 22: Algo en shock


Lima: una vista diferente, una sensación diferente.

El mundo es grande. A veces lo olvidamos ¿no? Alguien viaja a Tacna y lo llamas como si nada. Escuchas su voz y parece que estuviera en su trabajo en Jesús María. Y lo olvidamos. Olvidamos que entre él y tú hay miles de kilómetros, miles de realidades, miles de acontecimientos, miles de conversaciones, miles de desastres. Lo olvidamos y pensamos que todo es como lo que vivimos.

Cuando regresé de viaje y tuve que enfrentar la realidad limeña un lunes a las 6 y 55 quedé algo en shock. Estoy segura que si hubiera sido más de cinco simples días lejos de esta mugre, hubiera sido peor. O tal vez lo que lo hizo tan lamentable fue la rapidez con la que tuve que asimilar la crisis. Sólo me bastó recorrer el camino casa-universidad sobre cuatro ruedas en un espacio con pequeños espacios de aire donde el capitán era el chofer y su fiel compañero el cobrador para recordar la totalidad.

Recordar que huye el tiempo, que la pista es el ring de la cuidad y que el policía es un fantasma, que no hay esperanza, que no hay paz, que no hay armonía, que no hay compasión, que no hay sonrisas, que no hay saludos, que sólo hay resignación, que existe las constante competencia y que sólo el más vivo gana.

Resignación.

Uno se acostumbra, uno se adapta o ¿se resigna?

¿Qué hice yo? ¿Me acostumbré al desastre? ¿Me resigné al desastre? ¿Cuál es peor?

Acostumbrar. Me acostumbré. Nos acostumbramos al desastre. Es algo implícito de nuestra naturaleza. No podemos hacer nada contra ello. Es fácil decir que no te resignarás cuando no estás acostumbrado porque cuando lo estás es como si lo estuvieras. ¿O será una pausa? No lo sé.

Lo único que sé es que cuando tuve que asimilar la espantosa realidad en algunos fugaces segundos/minutos, no sé que fueron, me di cuenta que mientras más acostumbrados estemos, más hundidos estamos y menos son nuestras posibilidades de respirar. Estamos empapados, empapados de caos y el vicio, la manía nos seca. Cómodos, así estamos.

Inevitablemente, algunos no diferencian entre la costumbre y la resignación. La resignación tal vez sea una dosis muy suave que no la sientas cada vez que ingresa a tus circuitos cuando el hábito está presente, tal vez sea ese el problema. Y cuando te das cuenta, es tarde y están sumergido, tan sumergido que el camino de ascenso es casi imposible disminuyendo las posibilidades exponencialmente de sobrevivir.

No sé precisamente qué es lo que quiero expresar. Tal vez sólo esté hablando tonterías pero tenía que hacerlo. No puedo seguir sin esto porque tengo miedo, miedo de la resignación. La veo a cada segundo en cada momento en cada lugar y me aterra. ¿Será que nuestro destino es ser parte de esta epidemia del síndrome de la resignación? ¿Será?

Yo aún mantengo mi posición y digo un fuerte y firme no, que somos libres y podemos elegir. Eliges entre miel o mierda, eliges. No porque nos acostumbremos signifique que nos resignemos con el desastre caótico que vivimos día a día en nuestra Lima.

¿Fuerza? Claro que es necesaria. La resignación no avisa, sólo hace efecto.

Sea donde esté en un futuro, sé que siempre volveré aquí porque es mi tierra, mi espacio. Sólo espero que algún día llegue a esta Lima y me encuentre de nuevo con el shock, pero del bueno, del que impresiona, del que da esperanzas a cualquiera y que nos hace sonreír. ¿Llegará ese día? ¿Llegará a existir ese shock?

Por la miel,

Adiós.

2 comentarios:

  1. Es grandioso :) ya tengo algo q escribir gracias a ti .. pronto lo haré ;) sabes cuando leo esto puedo ver una paciencia con una melancolia y una dosis de tristeza q acompaña a las letras, pero ante todo los 5 sentidos prendidos y q sabes q esto no puede quedarse asi y luchar :)
    eres grandiosa y nunca lo dejaré de decir.

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  2. Que mayor satisfaccion que inspirarte Chichi. Luchar, esa es la palabra eterna. Gracias, tu eres igual de grandioso.

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