domingo, 10 de octubre de 2010

Ensuciarse las manos

Sí, tenemos que ensuciarnos las manos.

Todos soñamos sueños, o por lo menos no he conocido a una persona que no tengo por lo menos a un sueño. Todos lo hacemos porque sino ¿para qué seguir viviendo? Además los sueños nos dan una razón de vivir, nos dan un sendero por dónde ir, nos dan felicidad cuando se hacen realidad. Creo que si no los tendríamos caeríamos en preguntas como: ¿qué hago aquí? ¿Por qué existo? ¿Qué soy yo en el universo? Preguntas que son un poco difíciles de responder.

Así, entonces, soñamos. Unos más que otros, pero al fin y al cabo todos lo hacemos. Ahora, si hago la pregunta ¿quiénes los vuelven realidad? La historia cambia por completo y la respuesta es, lamentablemente, que no todos los vuelven realidad; es más, me atrevería decir que sólo el 0.01% de la población mundial tiene el suficiente valor para hacerlo y lo logran.

Algunos tal vez piensen que debe haber un secreto escondido o una fórmula secreta para mágicamente volver los sueños en realidad, pero la verdad es que no hay ninguna más que tu propio esfuerzo. Es la frase “quien la sigue, la consigue” personificada. Es perseguirla hasta alcanzarla. Nadie dice que sea fácil, pero digamos la verdad, si fuera fácil ¿qué sentido tendría? No habría ningún riesgo que tomar ni suspenso ni aventura. Lo difícil te hace sentir, te hace sufrir y en conjunto te hace vivir.

Tampoco puedo dármela de experta en el tema pero confieso que he vivido unos 6 meses de mi vida persiguiendo algo que en verdad quise, algo que lo quería con todo mi corazón. ¿Lo logré? Sí y no se pueden imaginar la sensación que se expande por tu cuerpo y hace latir tu corazón con una energía realmente impresionante. Es como si de repente viniera una nube que te sube a lo más alto del cielo y dieras la vuelta al mundo en menos de 10 milésimas de segundo. Es verdaderamente maravilloso. Ah, me olvidada, nunca te olvidarás de esa sensación, es lo mejor de todo.

Pero esa pequeña meta que logré sólo es una de tantas que tengo que lograr para llegar a mi verdadera meta. Sí, mi sueño necesita de muchas metas pequeñas para materializarse; pero creo que así es más fácil. Obviamente si no cumplo con las otras metas no podré lograr la gigante, la que aparentemente es imposible de alcanzar pero siempre me repito “nada es imposible”. Entonces para alcanzarla tengo que meter mis manos a la tierra y ensuciarme las manos. Sí, tengo que llevar mis palabras a la acción. Ése creo que es el error del 99.99% de la población mundial: que sus sueños se quedan en palabras. La verdad es, pues, que se tiene que ensuciar las manos.

Creo que ya entendieron mi connotación de “ensuciarse las manos”: tenemos que trabajar para conseguirlo o mejor aún “hacemos lo que decimos y decimos lo que hacemos”. Y ¿qué necesitamos para “hacer lo que decimos” que es lo más difícil? Requiere dejar al lado la flojera y ponerte a trabajar en aquello que tanto anhelas conseguir. Requiere coraje para emprender un largo viaje porque sabemos que encontrarás muchas rocas en el camino. Requiere pasión. Requiere tiempo que lo tendrás que obtener disminuyendo tiempo en otras de tus actividades. Requiere fuerza interior para que cuando te quieras rendir, te levantes y digas “no, yo puedo”.

Así es, así de simple.

Yo, por mi parte, seguiré luchando por mi gran sueño, que parece imposible pero yo sé que no lo es tanto. Seguiré soñando que se haga realidad y lo se hará realidad, ya verán ¿Me estoy ensuciando las manos? Sí, y lo haré cada vez más. Yo sé que mi sueño será una lucha constante con la humanidad pero también sé que hay otros en el mundo que la apoyarán y ganaremos, ganaremos aunque yo ya no esté en este mundo para presenciarlo. El mundo será verde de nuevo.

Y para terminar una frase que desde mi punto de vista cuenta mi dilema con el mundo: “My song is love, is love unknown; and I have got to get my message home” - Coldplay.

P.D.: No escribire por unos dias, tal vez semanas, pero volvere.

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