domingo, 31 de octubre de 2010

Dosis de vida

Casi siempre pienso en lo que voy a escribir y el toque de oro es el título, claro que a veces no me salen como quisiera. Sin embargo, esta ocasión es especial porque pensé en el título primero y no sé realmente qué escribir pero sé que tengo cosas que decir.

Creo que todo esto nace debido a mi agotamiento últimamente, a pesar claro que no hago gran cosa. Algunos cursos por aquí y otras actividades por allá, pero seamos francos: hay personas que hacen mucho más. Aún así me siento agotada y, lamentablemente, aburrida. Este fin de semana largo ha sido y es terriblemente horrible porque he tenido mucho tiempo, tiempo donde la señora responsabilidad me ha estado recordando cada segundo que tengo mucho por estudiar y mucho por leer, maldita señora.

Entonces, en mi aburrimiento y en mi desgano por mi vida últimamente dije: “necesito una dosis de vida, ojalá la vendieran en la farmacia como una inyección” Pónganse a pensar ¿No sería genial? “Hoy fui a la farmacia, me compré una dosis de vida, la necesitaba tras mi fracaso en mi trabajo y me siento más que bien” o “Desde que me inyectaron vida, mi vida ha dado una vuelta de 360 grados, me siento invencible”. Pero otra vez, es una simple fantasía…

Luego pensé: “¿Y si las dosis de vida no las compras en las farmacias como inyecciones sino que vienen de diferentes formas y de diferentes maneras? ¿Qué pasa si las dosis de vida son diferentes para cada persona y por eso son tan especiales? ¿Y si yo he tenido y tengo dosis de vida a cada segundo pero simplemente no sabían que se llamaban así? Si lo vemos desde este punto de vista, la respuesta es que existen, existen en verdad.

Para que me entiendan estuve pensando, después, cuál sería un ejemplo de dosis de vida en mi vida. Ya lo mencioné antes: las películas. Es muy raro, hasta ahora no conozco a una persona que sienta lo mismo que yo al ver una película de sus favoritas. Lo dije antes pero lo volveré a decir: es como si viviera, sintiera lo que ellos sienten a pesar que estoy sentada o echada agarrando una almohada o comiendo lo que sea. Es como si desapareciera de mi realidad por unas horas y viviera otra. Es como leer un libro, pero más placentero aún. Claro que no cualquier porquería de película, no. No como Piraña en 3D, no. Esas que te hacen llorar; bueno… sí, me gusta llorar cuando las veo. Así que dije: “tengo que ver una película” y lo hice. Vi la que siempre menciono: The curious case of Benjamin Button; siempre que la veo me impresiona porque siempre veo cosas que no vi la vez anterior. Y, por último, viví… ¡Funciona! Fue una dosis de vida, me renovó.

Ahora sólo me encargaré de averiguar qué otras cosas pueden ser dosis de vida para que me ayuden cuando siento que no puedo más, para que sean mis baterías, para que me sostengan cuando me desmorone. Tal vez una de ellas resulte una persona, espero que sea así. Tal vez una de ellas sea una actividad, espero que sea así. O tal vez un momento ¿por qué no? Un periodo de tiempo, tal vez. ¿Y por qué no una fotografia? Ya lo veremos.

Quiero que todos encuentren sus dosis de vida. Ojo que son dosis de vida, no de muerte; así que el alcohol y las drogas no cuentan aunque te hagan olvidar parte de tu realidad. No cuentan porque cortan tu vida poco a poco sin que te des cuenta. Las dosis de vida son para alargarlas hasta cuanto quiera el destino y para hacerlas totalmente placenteras.

Encuentra tus dosis de vida, verás que las cosas serán mejor.

Suerte.

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