domingo, 6 de febrero de 2011

Inspiración limeña 11: A sólo un respiro


Fotógrafo: Erick Bengoa

"Nunca vas a ser más joven que en este preciso momento, aprovéchalo" - Sonia Sancho.

Un día Erick, un amigo, me dijo para subir los cerros de Lima; en realidad no sabía de qué estaba hablando pero por alguna extraña razón acepté su invitación, tal vez porque sabía, en lo profundo de mi ser, que iba a ser algo especial.

No pudimos subir todo lo que él quería por cuestiones de tiempo, mi maldito tiempo. La verdad es que subimos un montón, pero según él no era nada. Él es todo un pro. (Sé que estás leyendo esto así que te lo digo una vez más: deberías hacer esto de una manera más profesional y más aventurera, atrévete)

Al principio tenía tanto miedo. No tengo miedo a las alturas pero sí a las caídas y el territorio era muy arenoso y mis zapatillas no ayudaban. Con su ayuda y la de Dios logré llegar sana y salva a una altura donde la vista era increíble. Tomamos muchas fotografías pero no logramos ver el atardecer que era lo que yo más esperaba, para otra oportunidad será.

Podíamos ver el mar, lo identificamos porque el sol se veía reflejado. Lima por un instante parecía tan pequeña, ordenada, tranquila y limpia. Parecía. Todos sabemos que ninguna de esas características encaja con su realidad. Fue como cuando se ve el mundo desde el espacio; tan perfectamente redonda y hermosa. Por un instante podía pensar que los limeños vivían contentos y perfectamente cómodos unos con los otros; que no había una pisca de maldad ni una pisca de envidia y corrupción en sus calles. Que no había racismo porque era una ciudad; todos viviendo en un mismo lugar, felices. Pero nada de esto es real. Sabemos de sus problemas y de su sobrepoblación; de su contaminación y de su desastre.

¿Qué podemos hacer? “Lima está linda, cuídala” leemos en la carretera pero sabemos que es una maldita mentira. Lima está jodida exactamente igual que el Perú.

El viernes fue mi quinta clase de Yoga. Tengo mucho que mejorar, aún se me hacen muy difíciles las posturas de equilibrio pero perseverancia. Soy más flexible en cuerpo y lo intento ser también en mente y corazón. Cuando cuento acerca de lo mucho que me encantan mis clases siempre me preguntan lo mismo ¿Qué hacen? Creo que no he respondido correctamente hasta ahora pero creo que lo que hacemos es tratar de ser conscientes con nuestras acciones, de vivir conscientes siempre. Saber cada segundo que lo que estamos viviendo es el presente.

En twitter un día encontré un artículo que hablaba que la paz del mundo estaba a sólo un respiro. No lo entendía pero el Yoga me lo dejó muy claro. Jill Bolte cuenta su experiencia después de sufrir un derrame cerebral en el hemisferio izquierdo. Explica que nuestro cerebro, como todos sabemos, está formado por dos hemisferios, el derecho y el izquierdo, pero que a su vez están completamente separados. Sólo están conectados gracias al cuerpo calloso, unas no sé cuantas fibras de algo que no recuerdo jiji. Cada hemisferio procesa información diferente de manera diferente: el hemisferio derecho procesa la información de una manera paralela y el izquierdo de una manera serial.

Piensan distinto, les interesan cosas distintas y hasta tienen muy diferentes personalidades.

Nuestro hemisferio derecho se ocupa del momento presente. Todo es sobre el aquí y el ahora. La información la capta de todos nuestro 5 sentidos. Cuando pensamos con nuestro hemisferio derecho somos seres conectados con todo lo que nos rodea. Somos seres hecho de energía conectados entre sí como una gran familia humana cuando usamos nuestro hemisferio derecho.

En cambio, nuestro hemisferio izquierdo es un lugar muy diferente. Piensa linealmente y metódicamente. Es todo sobre el pasado y el futuro. Nuestro hemisferio izquierdo piensa en lenguaje. Es esa voz que conecta tu mundo interior con el mundo exterior. Te recuerda lo que tienes que hacer o lo que debes hacer pero más que todo te dice el famoso: “Yo soy”. Y en ese preciso instante en que decimos “Yo soy” nos convertimos en seres separados, en un individuo singular a toda la energía que nos rodea o a toda la familia humana que nos rodea.

Podríamos decir después de esto que todos nosotros tenemos un “nosotros” dentro. Entonces ¿Cuál elegirían? ¿Cuál eliges tú? ¿Y cuándo?

¿Por qué el yoga me ayudó a comprender esto? Porque de eso se trata. Nos enseñan a respirar. Es increíble como una acción tan sencilla e ingenua puede transportarnos de nuestro mundo interior para volver a poner los pies en la tierra. Y cuando somos conscientes de dónde estamos y con quiénes estamos es más posible que trates mejor a las personas que te rodean y hasta que comprendas mejor por lo que están pasando, nos ayuda a ponernos en sus zapatos.

Jill nos cuenta que mientras más tiempo vivamos en el hemisferio derecho, más paz vamos a proyectar al mundo y así nuestro mundo será más pacífico.

¿No es maravilloso? Es tan simple esta solución que me causa escalofríos. ¿Funciona? Claro que sí. Sólo necesitamos respirar profundo unas cuantas veces al día, escuchar nuestra respiración y mirar a tu alrededor; verás que tus ojos no mirarán lo mismo.

Nuestro ego, que tanto intenta recalcar nuestra sociedad estos tiempos, nos hace seres más egoístas de lo normal. Tal vez sea tiempo de respirar profundo y comprender más al otro en nuestra caótica Lima. Sabemos que está poblada de casi 8 millones de personas de todas partes del Perú y que eso hace una tan complicada convivencia. Todos somos seres humanos con problemas entonces ¿por qué no la igualdad?

Entonces; respiren profundo y sonrían. Tal vez muchos de ustedes lean esto y crean que es una tontería; yo digo que tal vez ya perdieron su niño interior pero nunca es tarde para recuperarlo.

La verdad es que recibir una sonrisa nunca es malo; tal vez le alegres el día a alguien completamente desconocido y le des esperanza para seguir.

Fuerzas y adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario