sábado, 18 de diciembre de 2010

Inspiración limeña 2: Lugar sin espacio


Ni siquiera recuerdo dónde tomé esta fotografía.

El miércoles estuve por muchos lugares. Recorrí muchas calles. Caminé por muchas veredas. Observé y observé. Miré el cielo y la tierra. Escuché muchas voces, muchos carros, mucha ciudad. ¿La inspiración? No estaba. Por alguna razón no estaba.

Aún no está. Desde ese día no he vuelto a ir a ningún lugar realmente. ¿Miedo? Tal vez. ¿Qué pasa si la inspiración limeña no existe?

Crisis.

Creo que las raíces de los problemas son, fueron y tal vez serán mis malditas expectativas. Siempre tan altas, tan altas que la realidad, la pobre realidad, no puede complacerme. Siempre espero que todo sea tan espectacular que ni siquiera la vida en el cielo es tan espectacular. ¿Cuál es el resultado? Un ser, mi ser, perdido y decepcionado.

Creo que en parte un poco de culpa la tiene mi visión. Estoy tan acostumbrada de identificar problemas que ahora creo que es lo único que veo. Y eso fue lo que me pasó el miércoles: no vi nada más que problemas; es decir, una Lima jodida.

Crisis.

El jueves vi una película sin planearlo. Fui a la casa de una buena amiga mía y la película que estaba bajando se completó y dijimos ¿por qué no? Se llamaba Love happens. No voy a mentir, no fue impresionante pero algo se me quedó; espero que para siempre. La película se desarrolló en la ciudad de Seattle, una ciudad ruidosa pero nunca tanto como Nueva York. El escritor los llevó afuera de un edificio y se pararon frescamente en medio de la pista. Él comenzó a preguntar a la gente qué es lo que veían y escuchaban. La gente empezó a responder: “muchas bocinas”, “muchos edificios gigantes”, “mucha bulla”, “una sirena de una ambulancia”, “un policía pasando”, etc. Luego los llevó al último piso del edificio donde habían salido y preguntó: “¿Qué es lo que ahora ven y escuchan?”. La gente respondió: “Una hermosa vista de la cuidad”, “Silencio”, “Edificios pequeños o del mismo tamaño”, “Puedes ver el lago y el mar”, etc. Él terminó diciendo: “¿Ven? Es el mismo lugar, el mismo espacio, la misma ciudad. ¿Qué es lo que cambió? La perspectiva. Todo depende de la perspectiva que le den a las cosas, todo depende de la perspectiva que le den a su vida.”

Tal vez tenga que cambiar mi perspectiva. Tal vez tenga que cambiar de visión. Comenzar a mirar a la misma ciudad, a la misma gente, a los mismos lugares con el corazón y no tanto con la mente. Dejarme llevar. Pero es tan difícil. Este mundo, este país, esta ciudad son tan complicadas. Y mi miedo es otro factor importante. Tengo miedo que me roben, que me asalten, que me rapten. Y me da tanta cólera que la mayoría de hombres en Lima sean tan predecibles. Carajo, ¿no puedo caminar tranquila por la calle sin que nadie voltee con una cara morbosa?

Esta “aventura” es más un desafío. Me detesto. ¿Por qué yo misma me pongo en situaciones tan difíciles? Es el dilema de mi vida: yo misma me complico la vida. Pero no creo que haya un ser humano más tonto que yo.

Bueno, creo que exageré las cosas en el párrafo anterior. No me detesto y lo voy a cumplir. Así soy yo. Por más difícil que sea un desafío tengo que hacerlo, así que lo terminaré. Tengo que.

Fe. Tengo que aprender a comenzar a creer en esa fe de la que tanto hablo. Las cosas saldrán bien. Así es pues como me he estado sintiendo estos días; un poco confundida. A pesar que recorrí muchas calles, caminé por muchas veredas, observé y observé, miré el cielo y la tierra y escuché muchas voces, muchos carros, mucha ciudad no estuve en ningún lugar o mejor dicho, estuve en un lugar sin espacio.

Espero realmente escribir algo muy hermoso pronto.

Adiós y paz.

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