lunes, 9 de agosto de 2010

Contra la corriente

¿Por qué tengo que seguir yo al mundo? ¿Quién dijo que lo que el mundo dice está bien?


“Cada vez más tengo la impresión de que el mundo se va progresivamente despoblando, a pesar del bullicio de los carros y del ajetreo de la muchedumbre. ¡Es tan difícil ahora encontrar una persona! No nos cruzamos en la calle sino con siluetas, con figuras, con símbolos. Un chófer de taxi; por ejemplo, no es un individuo, sino un modelo social: gruñón, amargado, insolente, antes de subir a su coche ya sabemos de qué va a hablar, qué argucias va a inventar para hacer más sinuosa y provechosa la carrera. Una vendedora de gran almacén es la misma vendedora de todos los grandes almacenes: indiferente, desdeñosa, maleducada, aires de gran señora caída allí por accidente. Y la adolescente en blue-jeans que nos aborda en la calzada no es el ángel personal con el que soñábamos desde nuestra infancia, sino la copia tirada a miles de ejemplares de la buscona que tanto aquí como en Londres, San Francisco o Hamburgo detiene el transeúnte para pedirle la moneda destinada al arquetipo barbudo que la espera a la vuelta de la esquina liando un cigarrillo volador. Comprendo las causas de esta degradación de la personalidad de las urbes demenciales, sólo verifico ahora sus efectos. Pero es penoso que tengamos que vivir entre fantasmas, buscar inútilmente una sonrisa, un convite, una apertura, un gesto de generosidad o de desinterés y que nos veamos forzados, en definitiva, a caminar, cercados por la multitud, en el desierto.” - Julio Ramón Ribeyro


Cuando leí esta prosa de Ribeyro me identifiqué mucho, diría yo. Es lo que siempre pensé pero nunca ordené mis ideas para que se vea algo como esto. ¡Es tan cierto! ¿Por qué tenemos que ser como la sociedad no dice que seamos? Yo no quiero ser así. ¿Por qué la sociedad nos autodetermina? Y ¿Habrá alguna forma de evitarlo? Son preguntas que siempre rondan en mi cabeza pero que nunca tienen una respuesta que me convenza. Yo no quiero seguir a la moda. Yo no quiero ser como todos los demás. Simplemente quiero ser yo sin ser juzgada por ser diferente. Si quiero gritar en una sala de cine, lo hago. Si quiero bailar en la biblioteca, lo hago. Pero aunque muchas veces quiera nadar en contra de la corriente en muy difícil, sobre todo cuando no tienes una identidad definitiva. Pero la sociedad crea, como diría Ribeyro, siluetas, figuras y símbolos. Si alguien tiene la fórmula de sentirse bien y feliz aun cuando es diferente abriré mis puertas y lo haré pasar. Tomaremos un café mientras hablamos lo especial que es ser diferente. Estoy harta de los estereotipos, gente ¿Porqué no son como quieren ser? Salten si quieren saltar, sonrían cuando quieran sonreír, simplemente sean libres. ¿Por qué tengo que seguir al mundo? ¿Quién dijo que lo que el mundo dice está bien? Pues, mi razonamiento es: el ser humano comete errores porque es parte de su naturaleza; el mundo está compuesto por seres humanos; el mundo puede cometer errores porque es su naturaleza; por lo tanto; no todo lo que dice el mundo está bien. Conclusión: yo no quiero seguir al mundo y no lo haré, aun cuando muchas veces no sepa cómo hacerlo pero lo intentaré. Quiero ser cálida, amable, responsable socialmente, cuidadosa y libre.

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